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UNA SENTENCIA DE ORO

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
A finales del pasado mes de julio, un juzgado de Ávila declaró nulas las autorizaciones para construir una gran urbanización, tal y como informamos en este número de Quercus (págs. 58 y 59). La zona elegida para los 7.500 chalets previstos, además de tres campos de golf y un hotel de lujo, es un pinar de alto valor ecológico en el término municipal de Villanueva de Gómez (Ávila) donde, entre otras rapaces, campea el águila imperial ibérica.

Felicitamos a SEO/BirdLife por el magnífico trabajo –a través de innumerables informes jurídicos, denuncias penales y recursos– que en los últimos años ha llevado a cabo la ONG para acreditar la importancia del bosque afectado, algo que nadie antes se había tomado la molestia de valorar, como lo demuestra el hecho de que los terrenos en cuestión llevaban más de veinte años recalificados como urbanizables.

Juan Carlos Atienza, coordinador de conservación de SEO/BirdLife, lo dice muy claro en Pluma y conservación, su más que recomendable blog: “Se trata de una sentencia que abre nuevas puertas y que deja claro que el hecho de que un suelo esté calificado como urbanizable no quiere decir que pueda construirse en él de cualquier manera”.

El interés de este pronunciamiento judicial se acrecienta más aún si tenemos en cuenta que las obras de la urbanización estaban bastante avanzadas, con muchos metros de viales ya asfaltados. Y lo que es más significativo, el pinar no goza de protección alguna, a pesar de merecerlo sobradamente. No olvidemos que, en un país como el nuestro, comprobamos demasiado a menudo cómo ni siquiera la declaración de un parque, reserva o cualquier otra figura legal proteccionista, impide que se lleven a cabo proyectos incompatibles con su vocación conservacionista (véase el caso de la estación de esquí de San Glorio en plena zona osera cantábrica).

Por eso, es una de las mejores noticias con las que nos hemos tropezado en los últimos tiempos el hecho de que un juez haya tenido en cuenta el valor intrínseco de un espacio natural, independiente de que haya sido protegido o no por la Administración de turno. Y además, que lo haya hecho con semejante contundencia, ya que la sentencia ordena demoler lo construido y restaurar lo destruido. En otras palabras, las calles trazadas entre los pinos tendrán que ser levantadas y habrá que reponer los miles y miles de árboles talados.

Se nos ocurren multitud de casos en los que el precedente de Villanueva de Gómez podría ser extrapolable por tratarse de espacios naturales sin protección legal sobre los que sin embargo gravitan proyectos destructivos que ponen en peligro valores naturales excepcionales. Un ejemplo son las obras del campo de golf que han empezado a arrasar el santuario de orquídeas de Son Bosc, en Mallorca, cercano pero fuera de los límites del Parque Natural de S’ Albufera. Nuestras últimas noticias son que la promotora del proyecto insiste en continuar con las obras, a pesar de que el Gobierno balear ha ordenado paralizarlas por estar tramitándose la incorporación de la finca afectada a una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). El asunto ha tenido una gran repercusión internacional y ha motivado ya varias oleadas de cartas de protesta de expertos y conservacionistas europeos alarmados ante un escándalo que se debe (y aún se puede) detener.

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