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España da la bienvenida a las especies invasoras

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Técnicos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y –por raro que suene– Medio Ambiente estaban trabajando, al cierre de este número de Quercus, en el borrador de un nuevo real decreto que regulará el catálogo de especies exóticas invasoras. Dicho así, parece una noticia positiva, no en vano tanto la Comisión Europea como las Naciones Unidas abogan por abordar el problema con estrategias preventivas y sobre la base de una rápida detección y erradicación de la especie implicada.
Como todo el mundo sabe, una vez instaladas, las especies exóticas son mucho más difíciles y caras de controlar y eliminar. En el caso, claro está, de que tal cosa sea posible. Pero no, en lugar de reforzar la legislación ya existente, lo que pretende el nuevo decreto es relajarla. ¿Por qué? Desde luego, no por razones científicas, sino por las evidentes presiones que han ejercido ciertos sectores comerciales vinculados a la pesca, la caza, el comercio de especies exóticas, los monocultivos forestales y la jardinería.

En efecto, para favorecer los intereses de quienes negocian con la trucha arco iris, la perdiz chúkar, el galápago de Florida, los eucaliptos y el jacinto de agua, por poner un ejemplo de cada categoría, se desprotege al resto de la población y se pone en peligro la biodiversidad española, ambas bastante vapuleadas. No ha primado el interés general, sino el lucro particular. No los bienes intangibles, sino el mercado. Una muestra más del ultraliberalismo económico que rige todas las decisiones del Gobierno que preside Rajoy.

Bien es cierto que hay opiniones discrepantes sobre cómo hacer frente al problema, pero eso no debería ser argumento suficiente para cargarse de un plumazo al Comité Científico que se encargaba, con otros criterios, de proponer la inclusión de nuevos taxones en el Listado y catálogo español de especies exóticas invasoras. Dicho comité ha quedado relegado a un mero órgano consultivo al que podrán recurrir o no las diferentes administraciones del Estado. Otra rebaja evidente es la supresión del Listado de especies exóticas con potencial invasor, que prohibía la introducción de 265 taxones, entre especies y subespecies, en todo el territorio nacional, incluidas sus aguas jurisdiccionales. Por último, la redacción del decreto ley se ha llevado a cabo con todas las cautelas posibles, es decir, sin consultar a las organizaciones ecologistas y sin someter el texto al Consejo Estatal de Patrimonio Natural y Biodiversidad. Luz apagada y taquígrafos en paro.

En resumen, por alimentar el negocio que deparan una docena escasa de especies, como las ya enunciadas, la perca americana, el cangrejo rojo y algunas más, la irresponsable decisión de Arias Cañete y su equipo abre la puerta a uno de los más graves problemas ambientales del mundo actual. Como ya hicieran con la Ley de Costas, su objetivo es dar por bueno lo que antes era ilegal y relajar las normas para que no vuelvan a plantearse conflictos entre quienes persiguen fines lucrativos y los que tratan de defender el patrimonio natural común.
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