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Campanarios: la dehesa como reserva biológica

Campanarios: la dehesa como reserva biológica

Texto y fotos: Rafael Serra

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
¿Qué pasaría si el ganado desapareciera de una dehesa? ¿Cómo se recuperaría el encinar mediterráneo? Un reciente proyecto de la Fundación Naturaleza y Hombre pretende dar respuesta a estas y a otras muchas preguntas. Para ello, cuenta con una finca radicada en la provincia de Salamanca que va a servir de laboratorio y modelo de gestión durante los próximos años.

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Las dehesas siempre nos han parecido un modelo de equilibrio entre explotación agraria y conservación del bosque mediterráneo. Sin embargo, vistas de cerca, el peso de los aprovechamientos tiende a inclinar cada vez más la balanza en perjuicio del mantenimiento de la biodiversidad. Nada extraño en los tiempos que corren, dominados por un afán desmedido en aprovechar más allá de lo aconsejable cualquier recurso disponible, sin reparar apenas en las consecuencias futuras. “Pan para hoy y hambre para mañana”, como bien reza el fatídico refrán. Todo aquello que no se devasta se considera infrautilizado. El caso es que nuestras sacrosantas dehesas llevan camino de agotar su capital natural, el mismo que, sabiamente administrado, ha permitido explotarlas hasta ahora, aunque con menor saña.

Para tratar de invertir esta tendencia perversa, la Fundación Naturaleza y Hombre, que preside actualmente el Comité Español de la UICN, ha emprendido un novedoso y alentador programa de actuaciones en la finca Los Campanarios, situada en el término municipal de La Alamedilla (Salamanca), justo en la linde con la frontera portuguesa. Hasta hace un año, sus 522 hectáreas de superficie estaban dedicadas al pastoreo de vacuno para carne, muy probablemente por encima de su capacidad de carga. En tiempos llegó a ser pastada por más de 2.000 cabras y, al igual que en otras fincas vecinas, se ha estado arrendando la montanera para cebar temporalmente a una creciente cabaña de cerdos ibéricos, los mismos que se procesan luego bajo la denominación de origen Guijuelo. Aparte de que el vacuno no pertenecía a una raza autóctona, nada que objetar desde un punto de vista teórico. Ahora bien, en la práctica se iban haciendo patentes los impactos de una explotación ganadera cada vez más intensiva. El objetivo de la Fundación Naturaleza y Hombre es precisamente “desintensificar” la finca y, tras una primera fase de aprovechamiento extensivo con ovino, dedicarla principalmente a la conservación del monte y el bosque mediterráneo. En este sentido, el ganado pasaría de ser un fin para considerarse una mera herramienta de gestión. Además, sería la única finca de su entorno no sometida a explotación cinegética, por lo que tiene todos los visos de convertirse en una zona de refugio para no pocas especies animales.
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