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UN EFECTO MÁS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Libélulas africanas en la península Ibérica

Machos de Diplacodes lefebvrii (derecha) y Crocothemis erythraea en la laguna del Taraje (Córdoba). Ambas libélulas son de origen africano, pero actualmente C. erythraea se encuentra más ampliamente extendida por la península Ibérica (foto: Francisco J. Cano).
Machos de Diplacodes lefebvrii (derecha) y Crocothemis erythraea en la laguna del Taraje (Córdoba). Ambas libélulas son de origen africano, pero actualmente C. erythraea se encuentra más ampliamente extendida por la península Ibérica (foto: Francisco J. Cano).
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
A lo largo de las últimas décadas se ha constatado la llegada de nuevas especies de libélulas al sur de la península Ibérica, todas ellas procedentes del continente africano. Un proceso que quizá no haya concluido y que se achaca al calentamiento global de la atmósfera. Repasaremos aquí las siete especies más implicadas en dicho proceso y los primeros datos recogidos sobre su distribución peninsular.

Por Francisco Jesús Cano y Soledad Carpintero

El conocimiento sistemático de la fauna ibérica de odonatos (libélulas y caballitos del diablo) dio comienzo entre mediados del siglo XIX y principios del XX, con pioneros como Sélys Longchamps o Longinos Navás. Si tomamos como base la obra Los odonatos de Asturias y España: aspectos sistemáticos y faunísticos (1), del año 1987, puede comprobarse que la composición de dicha fauna ha sido muy estable en el último siglo y medio. Actualmente se han citado 79 especies en la península Ibérica, 58 de las cuales –más del 73%– ya se conocían antes de 1910. Si ponemos la frontera temporal en el año 1925, el número de especies citadas asciende a 62. De las 17 especies restantes, 11 tienen en la península Ibérica su límite occidental y meridional de distribución. En concreto, 8 están restringidas al entorno de los Pirineos y se distribuyen en poblaciones muy pequeñas y localizadas. Este hecho ha contribuido, sin duda, a que se hayan detectado de forma tan tardía. En general, esas 11 especies se encuentran en franco retroceso dentro de la Península, por lo que la mayoría se han incluido en atlas y libros rojos de invertebrados amenazados. Incluso es probable que alguna especie ya se haya extinguido localmente, caso de la única población pirenaica conocida de Leucorrhinia pectoralis
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