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La furtiva bardana o arrancamoños

Con la llegada de los primeros fríos, la bardana o arrancamoños (Xanthium strumarium) agota sus últimos días de vida. Los frutos, sin embargo, quedan expuestos al paso de los animales y de este modo, enredados en su pelo, llegan a cubrir largas distancias.
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Con la llegada de los primeros fríos, la bardana o arrancamoños (Xanthium strumarium) agota sus últimos días de vida. Los frutos, sin embargo, quedan expuestos al paso de los animales y de este modo, enredados en su pelo, llegan a cubrir largas distancias.
sábado 29 de noviembre de 2014, 13:26h
Los frutos de la bardana logran dispersarse a grandes distancias gracias a un sencillo pero ingenioso sistema de adherencia, muy útil para conquistar nuevos territorios. Como se trata, además, de una planta bastante adaptable, no es de extrañar que haya conseguido colonizar todas las regiones templadas del planeta.

Por J. Ramón Gómez
La globalización es cada vez más patente en el mundo actual, las distancias entre los pueblos se acortan y las culturas tienden al mestizaje. La mayoría de la población ha permutado sus símbolos tradicionales por los mismos iconos publicitarios, aún a riesgo de perder la identidad. Salvando las distancias, algo parecido ocurre en el reino vegetal, al menos en los suelos degradados que rodean las concentraciones urbanas. De hecho, no deja de ser curioso que en los baldíos de cualquier ciudad encontremos prácticamente a las mismas hierbas, excepto unas pocas especies locales que no han tenido la oportunidad de dar el salto.

En el proceso de colonizar nuevos territorios han tenido mucho que ver los diferentes métodos de traslado que han depurado las semillas de las plantas pioneras. Uno de los sistemas más eficaces quizá sea el transporte involuntario sobre animales y, entre los agentes encargados de llevar lejos tan preciados frutos, destacan tanto el hombre como los mamíferos que ha logrado domesticar. Pelajes y ropajes, patas y calcetines, almohadillas y suelas son vehículos perfectos para que frutos y semillas recorran largas distancias. Este fenómeno, denominado epizoocoria, es de gran importancia precisamente en los ambientes más perturbados. Algunos estudios se han encargado de demostrar que el número de semillas así recolectadas y trasladadas puede alcanzar cifras sorprendentes.
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