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Concluye el estudio más duradero de una población de vertebrados en España

Los salmónidos del río Esva: treinta años de investigación.

Tramo del río Chaballos, uno de los cuatro afluentes del río Esva que se muestrean en el noroeste de Asturias para el seguimiento científico de su población de salmónidos (foto: Xiomara Cantera).
Tramo del río Chaballos, uno de los cuatro afluentes del río Esva que se muestrean en el noroeste de Asturias para el seguimiento científico de su población de salmónidos (foto: Xiomara Cantera).
sábado 30 de enero de 2016, 13:08h

Javier Lobón-Cerviá, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, ha dedicado los últimos treinta años a estudiar los salmónidos –truchas y salmones– de la cuenca del río Esva, en el noroeste asturiano. He tenido el privilegio de participar en el muestreo que cierra esta campaña de tres décadas y hablar con su impulsor de los resultados de la más longeva investigación centrada en una población de vertebrados realizada hasta la fecha en España.

Por Xiomara Cantera

Entre la neblina de la mañana se cuelan los primeros rayos de sol, mientras dos hombres caminan por el río Chaballos, contracorriente, recogiendo peces con una red. Sin hacer ningún esfuerzo aparente, consiguen que se acerquen a ellos y se dejen atrapar. En medio de un bosque de alisos, robles y castaños, con rocas cubiertas de musgo entre las que se esconden tritones, ranas o salamandras, asisto a algo que parece magia. Como flautistas de Hamelín salidos de un cuento donde los roedores se han convertido en peces y una pérgola terminada en un aro metálico sustituye a la flauta, atraen a truchas y anguilas con las que poco a poco van llenando un barreño.

No me sorprende que hace treinta años los paisanos de esta zona del noroeste asturiano sospecharan que esta suerte de magos se estaba llevando sus peces, dejando el río muerto. De hecho, todavía hoy hay quien asegura haber visto al ictiólogo Javier Lobón-Cervía vendiendo salmones en la Plaza Mayor de Madrid.

Ha sido un verano especialmente seco, pero la humedad comienza a sentirse en los bosques asturianos. Estamos a finales de septiembre de 2015 y acompaño a los encargados del muestreo que pone fin a una larga investigación. Estamos en un bosque de ensueño, a la vera de un puente –dicen que romano– que cruza el río Chaballos, en el corazón del concejo de Valdés. A lo largo de un día y medio, los tres biólogos a los que acompaño se disponen a determinar cuántas truchas hay en los nueve tramos de los tres afluentes del río Esva que conforman el área de estudio que hace treinta años eligió Lobón-Cerviá, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.

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