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La ciudadanía, soberana en conocimiento y defensa de La biodiversidad

Campañas de ciencia ciudadana en el Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz

Uno de los muchos caminos que pueden recorrerse, a pie o en bicicleta, por los humedales de Salburua-Ataria (foto: Rafael Serra).
Uno de los muchos caminos que pueden recorrerse, a pie o en bicicleta, por los humedales de Salburua-Ataria (foto: Rafael Serra).
sábado 30 de enero de 2016, 13:33h

El ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz ha puesto en marcha varias campañas de ciencia ciudadana entre los años 2013 y 2015, cuyos principales resultados se resumen aquí. Hasta la fecha, los participantes se han ocupado de las orquídeas, los odonatos, las aves urbanas, las mariposas y las especies exóticas e invasoras.

Por Pietro Radaelli, Sara Barreal y Gorka Belamendia

Sentí que tenía una obligación solemne de hacer lo que pudiera”. Estas fueron las palabras de Rachel Carson poco después de publicar su mítico libro Primavera silenciosa. Un mensaje que representa el más puro ejemplo del poder de un solo individuo para producir cambios en la sociedad y de cómo el esfuerzo personal puede potenciar el modesto compromiso ambiental de “haber ayudado un poco”.

Las contundentes palabras de Carson nos ayudan a reavivar conciencias y a entender la gravedad de la situación en la que se halla nuestro patrimonio natural. Después de décadas de esfuerzo intentando invertir la degradación ambiental y desarrollando programas de conservación, nos damos cuenta de que buena parte de los recursos potencialmente efectivos para las actuaciones conservacionistas (económicos, materiales y humanos) resultan escasos y a veces ineficientes (1). En cierto modo, esta ineficacia relativa se debe más a una escasa colaboración ciudadana que a las decisiones o actuaciones de protección adoptadas. Todos sabemos que los programas de conservación recaen exclusivamente en un grupo de personas, particularmente expertos y técnicos de las administraciones públicas, que son las que se encargan de gestionar las estrategias, actuaciones y presupuestos destinados a tales fines. Pero también todos vemos con estupor cómo en la mayoría de las ocasiones estos programas no consiguen conectar con la propia ciudadanía. Y aquí es donde nos topamos con uno de los principales escollos a la hora de asegurarnos el éxito de un programa de conservación, ya que el desarrollo sostenible, hacia el cual tenemos que dirigirnos inevitablemente, debe pasar por una confluencia entre gestión, investigación y participación social.

Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.

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