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Resultados de cinco años de seguimiento en esta provincia andaluza

La dispersión del águila real y el águila perdicera

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
A pesar de su interés estratégico en conservación, las áreas
de dispersión de las especies amenazadas son mucho
menos conocidas –y suelen estar peor protegidas–
que las zonas donde éstas crían. El seguimiento
de águilas reales y perdiceras dispersantes
que durante cinco años ha hecho un grupo

de biólogos y naturalistas en la provincia de
Granada revela información muy interesante,
incluso sorprendente, sobre la vida privada

de estas rapaces y sus principales
problemas de conservación, con las
electrocuciones a la cabeza.
Se denomina dispersión natal a los movimientos que realizan ciertas especies de animales desde que se independizan de sus padres hasta que se reproducen por primera vez. Estudios realizados en España con águila imperial ibérica (Aquila adalberti), águila real (Aquila chrysaetos) y águila perdicera (Hieraaetus fasciatus) han permitido conocer diversos aspectos de esta crucial etapa de la vida de las aves jóvenes, como por ejemplo el uso de zonas conocidas como áreas de dispersión (1, 2, 3).

Se trata de lugares en los que se concentran temporalmente éstas y otras especies. En la Iberia mediterránea presentan una elevada densidad de presas, especialmente conejo (Oryctolagus cuniculus), perdiz (Alectoris rufa) y liebre (Lepus granatensis). Estas áreas juegan un papel fundamental en la supervivencia de la fracción no reproductora de las poblaciones, lo que a fin de cuentas constituye un seguro de vida para bastantes especies amenazadas. Actúan como reserva de sustitutos para compensar las bajas en la fracción reproductora e incluso son el germen de la formación de nuevas parejas nidificantes.
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