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Estudio sobre acumulación de elementos traza en hojas y frutos

Lo que los árboles del Guadiamar recuerdan del vertido de Aznalcóllar

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Lo que los árboles del 
Guadiamar recuerdan 
del vertido de Aznalcóllar
La cuenca del río Guadiamar, arrasada por el vertido minero de Aznalcóllar en 1998, se ha convertido hoy en día en un laboratorio natural. Cientos de investigadores estudian en ella los efectos de este tipo
de desastres ecológicos y la mejor manera de atenuarlos. Uno de los equipos científicos ha
buscado rastros de la contaminación en los árboles. Los resultados reflejan la salud de
este espacio fluvial del entorno de Doñana y dan pistas sobre su tratamiento.
En la madrugada del 25 de abril de 1998, el dique de contención de una balsa de decantación de la mina de Los Frailes, en Aznalcóllar (Sevilla), se desplazó unos sesenta metros. Liberó una mezcla de lodos y aguas ácidas de unos cinco millones de metros cúbicos. Parte de las cuencas de los ríos Agrio y Guadiamar se inundó, resultando devastadas casi 4.300 hectáreas. La contaminación se extendió a lo largo de sesenta kilómetros entre la balsa minera y las marismas del Guadalquivir, en el límite del Parque Nacional de Doñana, dejando una oscura franja de lodos de unos quinientos metros de ancho a cada margen de los cauces afectados (1, 2).

El vertido minero estaba formado por pirita, estériles y aguas de tratamiento. Tenía una composición elevada de tóxicos como arsénico, plomo y cadmio, así como de cinc, que aunque es un micronutriente para las plantas, cuando está en exceso es perjudicial (Figura 1). La contaminación penetró en los suelos, especialmente en los más arenosos, llegando a profundidades de cincuenta a ochenta centímetros (3).

Los cultivos herbáceos fueron arrasados por la avenida de aguas ácidas y lodo, mientras que los frutales y el bosque de ribera quedaron contaminados. Tengamos en cuenta que los árboles actúan como bombas de absorción de los elementos químicos del suelo y los pueden transportar y acumular en hojas y frutos, con el consiguiente peligro para la red trófica y la salud del ecosistema.
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