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La decadencia de los muladares en Extremadura

Buitres y escasez de carroñas: un problema añejo

Texto y fotos: Francisco Gragera

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Buitres y escasez de carroñas: un problema añejo
La escasez de alimento que padecen las grandes rapaces carroñeras de nuestra fauna no es un problema de nuevo cuño. El éxodo rural registrado en Extremadura a comienzos de los años cincuenta del pasado siglo supuso el abandono de numerosas prácticas agrarias, entre ellas la eliminación del ganado muerto a través de los muladares.
En la portada del cuaderno 261 de Quercus, protagonizada por una excelente imagen de un buitre leonado (Gyps fulvus), puede leerse el siguiente titular: “Buitres: aprieta el hambre”. Se trata, sin duda, de una frase muy certera que describe la situación que padecen nuestras aves necrófagas a consecuencia de la escasez de carroñas. Sobre todo, desde que es obligatorio eliminar los cadáveres del ganado para evitar la propagación de determinadas enfermedades, como el mal de las vacas locas y la lengua azul. La hambruna registrada durante los últimos años ha provocado la aparición de comportamientos anómalos entre los buitres, que en ocasiones atacan a las reses vivas, lo que provoca la consiguiente alarma entre los ganaderos, que hasta ahora habían convivido de forma pacífica con ellos. Pero esta escasez de alimento no es un hecho novedoso y hace varias décadas ya se registró un fenómeno similar, aunque por diferentes motivos. Si bien el presente artículo se centra en Extremadura, los datos allí obtenidos son representativos de lo ocurrido en muchas otras zonas rurales de España a comienzos de la segunda mitad del siglo XX.
Éxodo rural y aves carroñeras
En la primavera de 1975, el biólogo pacense Federico Suárez Caballero organizó una encuesta postal para conocer la distribución de las tres especies de buitres presentes en Extremadura: el leonado, el negro (Aegypius monachus) y el alimoche (Neophron percnopterus) –conocido en la región como “quebrantahuesos”– (1). Los cuestionarios se remitieron a la totalidad de los municipios extremeños, recibiendo 440 contestaciones de 261 localidades que aportaron información sobre 275 términos municipales. A la encuesta respondieron sobre todo personas a título particular y, en menor medida, ayuntamientos, miembros de la Guardia Civil y cámaras agrarias. Aparte de las preguntas destinadas a conocer la presencia de los diferentes buitres y su posible reproducción, en el cuestionario se solicitaba información sobre “algún lugar en donde por costumbre se echen los caballos y otros animales muertos para que los coman los buitres.” Gracias a esta pregunta, sabemos qué fue lo que provocó aquella hambruna y cuáles fueron las consecuencias directas para las aves necrófagas
El fenómeno de la emigración se ensañó con Extremadura, de donde partieron infinidad de obreros sin cualificar, en su mayoría jornaleros agrícolas, con rumbo a las principales capitales españolas y a algunos países europeos en busca de trabajo. Con el tiempo, los emigrantes arrastraron consigo al resto de sus familias. El despoblamiento del agro extremeño, unido a la progresiva modernización de las tareas agrícolas, provocó la caída en picado de la cabaña equina, que hasta entonces había proporcionado tanto animales de carga como de labor. Había llegado el momento de que los tradicionales burros y mulas dejaran su puesto a los vehículos y a la maquinaria industrial.
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