Iniciativas para mejorar la situación de la gaviota de Audouin en Cataluña

El delta del Ebro, con unos 18.000 kilómetros cuadrados, es parada obligatoria para las aves en la gran ruta migratoria del Mediterráneo occidental. Casi ocho mil hectáreas de este humedal, uno de los más importantes del Mediterráno, están declaradas Parque Natural. En una superficie algo mayor goza además de la doble protección internacional de ZEPA y zona Ramsar.

Aves acuáticas y marinas son aquí muy numerosas. Es fácil percibir su relación con las actividades humanas: tractores que trabajan en los campos de arroz rodeados de garzas, gaviotas siguiendo a los arrastreros de pesca para alimentarse de los descartes o flamencos (Phoenicopterus ruber) y charranes con sus nidos en una explotación salinera. Esta convivencia se sostiene en un frágil equilibrio, que requiere de constantes esfuerzos por parte de agricultores, mariscadores, pescadores, investigadores y la propia Administración para que la fauna silvestre resulte beneficiada.

La gaviota de Audouin (Larus audouinii) refleja muy bien esta situación. En 1981 unas pocas parejas, las primeras de las que se tiene constancia, construyeron sus nidos en la punta de La Banya. Se trata de una gran península arenosa originada por la acumulación de sedimentos procedentes del río Ebro. Está unida al resto del delta por un istmo muy estrecho, frágil y largo, de unos cinco kilómetros. Sin duda fue una sorpresa, ya que esta gaviota nidificaba en islas, con preferencia por cortados rocosos o zonas de difícil acceso.