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Un micromamífero introducido en Gran Canaria desde tiempos históricos

La musaraña de Osorio: de joya de la fauna endémica a especie invasora

Por Javier Luzardo, Antonio Cardona y Daniel González

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La musaraña de Osorio: de joya de la fauna endémica a especie invasora
Los habitantes de las zonas rurales del norte de Gran Canaria ya sabían que allí había una musaraña o, como dicen ellos, un “ratón trompudo”. Fue la ciencia la que se enredó en un debate sobre su origen. Como resultado, la llamada musaraña de Osorio ha perdido el estatus de endemismo grancanario para pasar a considerarse una especie invasora.
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Aunque convivía estrechamente con campesinos y agricultores, la musaraña de Osorio (Crocidura osorio) fue ignorada por la ciencia durante siglos. Su descubrimiento en la isla de Gran Canaria a finales de los años ochenta del siglo pasado generó cierta controversia entre los zoólogos. Pero estudios moleculares recientes y la ausencia de restos fósiles acaban de despojarla de todo su valor biológico. Tanto es así que ha cambiado su estatus de micromamífero endémico de la fauna canaria por el de especie invasora. Tan radical proceso nos ha impulsado a evitar cualquier tipo de romanticismo y cuestionarnos qué principios y consideraciones deben tenerse en cuenta a la hora de valorar el papel ecológico de un animal como este, que no parece comportarse como invasor. Tampoco se ha comprobado su influencia en los ecosistemas insulares y, si seguimos su rastro histórico, quizá encontremos nuevas pistas acerca del proceso colonizador de las islas Canarias, emprendido por sus primeros pobladores humanos hace unos 2.500 años.

La musaraña de Osorio en Gran Canaria
Si cualquier visitante de las áreas rurales del norte de Gran Canaria pregunta a un campesino por la existencia de musarañas, lo más probable es que le tache de estar pensando en ellas. Por estos parajes nunca se las conoció por ese nombre y mucho menos en zonas urbanas o en la capital, donde mucha gente no sabe siquiera que son animales y que aún habitan en esta isla de apenas 1.561 kilómetros cuadrados. Según nuestras indagaciones, los agricultores y campesinos se refieren a las musarañas desde tiempo inmemorial con los descriptivos nombres de “ratón hocicudo”, “ratón picudo”, “ratón trompudo” o “ratón trompetudo”, a pesar de que están más emparentadas con los topos que con los roedores.
En 1985 Juan Francisco Santana descubrió la presencia de musarañas en el municipio de Firgas mientras ejercía su profesión como maestro de una escuela local, pues algunos de sus alumnos le llevaron ejemplares cazados por gatos domésticos. La descripción formal de la especie tuvo lugar en el año 1989 (1) y sus descubridores señalan que ya en 1903 Floericke mencionaba la presencia de restos de musarañas en egagrópilas de rapaces recolectadas en las inmediaciones del monte Osorio, una pequeña elevación del norte de la isla. El Diccionario de historia natural de las islas Canarias de Viera y Clavijo cita la existencia en Gran Canaria de un “musgaño” que se adscribe a la especie Sorex musaraneus, descrito a partir de anotaciones tomadas probablemente entre 1799 y 1810 (2). Gracias a la buena memoria de Carmen Santana, que vive en la zona de La Milagrosa, y de Eduardo Rodríguez, vecino de Artenara, ambos ya abuelos, hemos podido averiguar que hay constancia de la presencia de “ratones hocicudos o picudos” en el norte de la isla desde hace más de dos siglos.
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