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EN CATALUÑA SE TRABAJA CON GANADEROS Y APICULTORES PARA PREVENIR DAÑOS

Osos y hombres: del conflicto a la coexistencia

Osos y hombres: del conflicto a la coexistencia
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Los ataques de osos reintroducidos en los Pirineos han soliviantado a ganaderos y apicultores. En Cataluña, del simple pago de indemnizaciones se ha pasado a colaborar con los afectados para aplicar medidas preventivas como la agrupación de rebaños o cercados eléctricos para las colmenas. Resultado: los daños disminuyen y la coexistencia entre osos y hombres comienza a ser una realidad.

por Jordi Ruiz-Olmo, Santiago Palazón, Iván Afonso, Antoni Batet y Francisco Fernández
El oso pardo se extinguió en los Pirineos centrales en algún momento entre 1988 y 1992 (1, 2). De los Pirineos orientales lo había hecho unos pocos años antes. El último núcleo autóctono perviviría en los Pirineos occidentales, pero también seguiría tras el paso de los años el mismo camino, con la reciente desaparición del macho Camille. Así, un importante patrimonio biológico, cultural y de convivencia secular se perdía.

La extinción de este plantígrado obedecía a la falta de vigor de una exigua población compuesta por unos pocos ejemplares supervivientes tras siglos de persecución, originados por su concurrencia –a veces más supuesta que real– con los humanos: ataques a personas y ataques a ganado, con el consiguiente daño la economía de quienes viven con grandes dificultades en estas zonas de montaña (2, 3).

Desde ese momento, y sin hacer mucho ruido, comenzamos a trabajar en la recuperación del oso pirenaico, llegando incluso a elaborar una propuesta de reintroducción allá por el año 1988 (4). En 1993, tras dos años de preparación, la Unión Europea aprobó un programa Life para la gran fauna pirenaica amenazada, impulsado por Francia y España. Este programa preveía la liberación experimental de algunos osos. Si bien nuestros vecinos franceses trabajaron, no siempre con éxito, en la explicación y concertación del proyecto con quienes desarrollan en los Pirineos sus ancestrales actividades, este no fue nuestro caso.

No es de extrañar que explotara la polémica cuando en la primavera de 1996 se liberaron las dos primeras osas (Ziva y Mellba) en Francia, a apenas unos dos kilómetros de la frontera española, y pese que a última hora se realizara un intento por explicar –que no consensuar– el proyecto en la montaña. Un ejemplo más de que la reintroducción de una especie no se puede hacer de espaldas a los habitantes de las zonas en las que van a hacerse las liberaciones.

Caja de resonancia de otros problemas
Ziva y Mellba vinieron preñadas de Eslovenia y parieron un total de cinco oseznos a principios de 1997 (5). Además, durante esa primavera se les unió el macho Pyros. Se había pasado, en apenas un año, a una población de ocho ejemplares. Además, estos animales se movían desde el alto valle de Benasque en Huesca hasta casi la frontera con Andorra (5, 6). Es comprensible el desconcierto entre unos colectivos que esgrimían su oposición al oso con sentimientos tan profundos como el siguiente: “Nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos dedicaron sus vidas a acabar definitivamente con los osos que atacaban a nuestros rebaños y ahora los vuelven a liberar”. Pero el conflicto subió de intensidad cuando se produjo el primer daño (una oveja) por oso en Cataluña, en agosto de 1996. El último ataque –por parte de ejemplares autóctonos– se había producido en 1987 en el término municipal de Les (Valle de Arán), bastante cerca del núcleo habitado –uno de nosotros estuvo en el peritaje del daño– y ya nadie se acordaba. Durante los siete meses de presencia real en la montaña desde la primera liberación sólo se produjeron cuatro ataques, a pesar que se indemnizaron más animales de los que murieron. Pero el hecho de que en el Valle de Arán, a diferencia del Pallars o la Alta Ribagorza, la mayor parte de las cabezas de ganado no se vigilasen, incrementó el problema.

RECUADRO DE TEXTO
Mapa de riesgo de ataques de oso
En el marco del proyecto Cartobio, la Generalitat de Cataluña y el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña están desarrollando mapas de predicción de zonas con riesgo de depredación de especies amenazadas sobre las explotaciones ganaderas. Ejemplo de ello es el correspondiente al oso en Pirineos, elaborado en base a los lugares en los que se han producido los ataques durante estos años, a los modelos de calidad de hábitat y a la posibilidad de movimientos de los ejemplares. Este mapa nos permite agrupar rebaños en las zonas con menor probabilidad de encuentros con osos y en las que tipológicamente se parecen muy poco a las que los plantígrados han utilizado para atacar durante estos últimos quince años. Recordemos en cualquier caso que una vigilancia activa, entre otras medidas, convierten a las zonas de depredación potencial en áreas de riesgo real nulo.

Nota de Redacción: Información elaborada gracias a la colaboración de los biólogos David Camps (Servicio de Protección de la Fauna, Flora y Animales de Compañía de la Generalitat de Cataluña) y Magda Pla y Lluis Brotons (Centro Tecnológico Forestal de Cataluña).

Mapa predictivo de riesgo de ataque de oso en Cataluña. En naranja, riesgo medio; en rojo, riesgo alto.
Mapa predictivo de riesgo de ataque de oso en Cataluña. En naranja, riesgo medio; en rojo, riesgo alto.
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