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AÚN SIGUEN LOS PROBLEMAS DE ENTONCES: POCA CARROÑA Y MUCHO VENENO

Las poblaciones extremeñas de buitres en los años setenta

Alimoche joven fotografiado en 1978 en la Sierra Grande de Hornachos (Badajoz). Foto: Francisco Gragera.
Alimoche joven fotografiado en 1978 en la Sierra Grande de Hornachos (Badajoz). Foto: Francisco Gragera.
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Han pasado casi cuarenta años después de la encuesta postal realizada en Extremadura en 1975 para conocer el estado de las poblaciones de buitre negro, buitre leonado y alimoche. Comparando sus resultados con la situación actual, comprobamos que los problemas para la conservación de estas especies siguen siendo los mismos: la disponibilidad de carroñas en el campo y la proliferación de cebos envenenados.

Por Federico Suárez y Francisco Gragera
La abundante y detallada información que hoy existe sobre las poblaciones ibéricas de buitres contrasta con la escasez de datos a comienzos de la segunda mitad del siglo pasado. En el caso de Extremadura se desconocía casi todo de la distribución de las rapaces necrófagas hasta la publicación de los primeros censos nacionales de buitre negro (Aegypius monachus), buitre leonado (Gyps fulvus) y alimoche (Neophron percnopterus) realizados, respectivamente, en los años 1973, 1979 y 1987-1988 (1, 2 y 3). Con anterioridad, sólo se habían publicado unas pocas notas y artículos en la revista Ardeola de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).

En 1970, Federico Suárez, uno de los autores que esto escribe, descubrió una nueva colonia de cría de buitre negro en la Sierra de San Pedro (4). Posteriormente participó en el primer censo nacional de dicha especie. Ambos hechos fueron el punto de partida para llevar a cabo el primer censo extremeño de buitres efectuado en solitario por Federico. Al no contar con el equipo humano ni con los medios económicos necesarios para llevar a cabo el trabajo de campo por una extensión superior a los 40.000 kilómetros cuadrados, este autor decidió emplear la encuesta postal por ser el método más asequible en todos los aspectos.

Este tipo de censo indirecto ya había sido utilizado a escala nacional para determinar la población reproductora de cigüeña blanca (Ciconia ciconia) y algunos investigadores también lo aplicaron para estudiar la distribución de algunas especies de carnívoros (5, 6, 7). Los datos obtenidos, sumamente interesantes, permanecieron inéditos un cuarto de siglo, algo parecido a lo que le ocurrió al profesor Bernis con los censos de cigüeña blanca (8, 5).
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