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Objetivo: amordazar al ecologista

lunes 02 de octubre de 2017, 19:21h

Conocemos a Juan Clavero prácticamente desde que aparecieron los primeros números de Quercus. En muchos de ellos este biólogo andaluz ha dejado por escrito sus desvelos y batallas para parar los pies a toda esa horda de enemigos, reales o potenciales, que tiene la naturaleza, especialmente en su querida y biodiversa provincia de Cádiz. Además, gracias a Juan disfrutamos de una visión directa y privilegiada de todo cuanto se cuece en Andalucía sobre conservación de la naturaleza y en torno al movimiento ecologista. Cómo no recordar, por ejemplo y entre otras muchas colaboraciones, sus crónicas de los destrozos que especuladores urbanísticos y demás energúmenos ambientales estaban perpetrando en las sierras y las costas gaditanas.

Por si fuera poco, Juan es una de esas personas con la que podrías estar hablando durante horas y horas. Culto, viajado, comprometido y cultivador del gracejo andaluz, siempre ha destacado por su honestidad y coherencia vital. Por eso queremos confirmarle nuestro respeto y admiración precisamente ahora que acaba de ser objeto de una zafia maniobra para incriminarle en un asunto de tráfico de drogas. Como no pueden ganarle la partida en buena lid, recurren a una superchería mafiosa que ya no se utiliza ni en las películas policiacas de serie B. Por suerte y como era de esperar, hace pocos días un juez ha sobreseído la causa iniciada contra Juan Clavero. Era, a todas luces, una añagaza.

Desde un primer momento, quienes integramos el equipo redactor de Quercus, al igual que centenares de ciudadanos, nos hemos volcado en las redes sociales para mostrar nuestro estupor ante los hechos y arropar a uno de los ecologistas españoles de referencia. El correspondiente auto judicial reconoce que Juan ha podido ser víctima de actuaciones malintencionadas al involucrarle en un delito del que es ajeno. El detonante de semejante montaje podría haber sido una campaña en defensa de los caminos públicos en la que Juan anda actualmente muy metido. Unos caminos que el señorito andaluz de turno no duda en añadir tranquilamente a su finca.

En otras palabras, hemos asistido a un nuevo intento de acallar una voz crítica y sensata contra quienes se llevan por delante el derecho a disfrutar de un medio ambiente saludable y arrasan con el patrimonio natural en aras de sus intereses particulares. La misma voz que alzaban los doscientos activistas ambientales que según el informe Defender la Tierra, publicado por la ONG internacional Global Witness, fueron asesinados en 2016, año que marca un dramático récord en este sentido. Aquí no hemos llegado a tanto, pero las amenazas y las intimidaciones son habituales.

Los intentos de hacer callar al ecologista, o quitárselo de encima, dejan la retórica sobre el desarrollo sostenible convertida en un discurso hueco si quienes defienden sus tierras y el medio ambiente continúan arriesgando la vida. Global Wittness insta a los gobiernos de todo el mundo a que los defensores de la Tierra y del medio ambiente sean escuchados en vez de perseguidos y asesinados, una reivindicación inaplazable que hacemos nuestra dando voz a quienes, como Juan Clavero, tienen tanto que decir. En cuanto a esa gentuza que ha tratado de incriminarle, nos inspira más bien pena. Las personas como Juan deben imponerles mucho respeto, pues reconocen en la integridad de sus valores la inconfesable falsía de los suyos. Sería difícil entablar un debate civilizado con quienes han demostrado carecer de argumentos, de coraje y hasta de entrañas.

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