Abel
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El lobo, como cualquier otro cinocéfalo; o mejor dicho, cualquier animal, tiene el derecho; y nosotros tenemos el deber moral, de no ser satirizado. No deja de ser un comportamiento pueril el acosar a un animal, a base de exageraciones y mentiras, hasta tal punto que su presencia sea considerada como una visita satánica asimismo como sus reuniones y aullidos tal que un pandemónium horrísono y desagradable que influye miedo y terror en el receptor; nada más lejos de la realidad.
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