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El 'bosque-escuela', un recurso pedagógico ambiental que viene de lejos

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Mercedes
14/01/2023
01:28:47 PM
Ref. 11655
Me parece muy interesante e instructivo el artículo del Sr. Ruiz Heredia aclarando el proceso histórico de la Educación Ambiental en España poniendo en jaque a ciertos aficionados que pretenden haber descubierto la pólvora en el siglo XXI. Nada que añadir. En cuanto al comentario sobre los "Boy Scouts", me gustaría comentar que, en los años 60-70 del siglo pasado, yo acudía a un colegio de monjas en Madrid en el que militaba como "Girl" en un grupo de "Boy Scouts" en el que, naturalmente, todas éramos "Girls". En mis años vividos en Alemania conocí a una mujer que, sin conocimiento de causa, era miembro de las Juventudes Hitlerianas. Sus relatos siempre me evocaban las experiencias vividas en aquel grupo escultista: el uniforme, el cultismo por el pañuelo, las rígidas jerarquías, el militarismo, las condecoraciones, el saludo, esta vez con el brazo izquierdo, con el lema: " Siempre listas para servir" y las misas interminables... Sinceramente, todos esos recuerdos superan con creces a todo lo relativo con educación ambiental. El movimiento "Boy Scout" surgió por iniciativa de un regio militar británico a principios del siglo XX, cuyo auge obtuvo en la guerra de Sudáfrica, país en el que el conocimiento del medio natural para la suoervivencia es tan vital como el pan nuestro de cada día. De ahí la obligación tradicional de aprender a sobrevivir en condiciones extremas aunque los objetivos ideales sean otros. Supongo que el Sr. Ruiz Heredia también pertenece a esa generación que, a trancas y barrancas, soñaba con el objetivo de crear y formar parte de un mundo mejor, más libre, respetuoso y comprometido con las Naturaleza y el ser humano a través de las Educación Ambiental como todos esos pioneros y educadores mencionados por él desde el siglo XVIII, y tantos otros hasta el día de hoy que, incluso en la sombra, ser centran únicamente en este objetivo. No me imagino anuestro añorado y querido Amigo Félix con un ejército detrás de uniformados izando banderas y cantando himnos militares en formación. En conclusión, creo y reitero que los ideales son diferentes.
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Jesús Cobo Anula
14/01/2023
01:26:48 PM
Ref. 11654
Felicitar a Antonio Ruíz no solo por el magnífico trabajo de recopilación de la historia de los campamentos de naturaleza, sino también por ser uno de los pioneros en nuestro país y continuar desarrollando esta labor de educación ambiental tan importante. Tuve la fortuna de participar como acampado en 1977 en el campamento de naturaleza de Adena -actual WWF España- en el Barranco de Valugar, en las hoces del Riaza, con monitores procedentes del mundo del ecologismo y la biología, con un joven Fidel José Fernández y Fernández-Arroyo como observador y con muchos compañeros que nunca olvidaremos las enseñanzas y experiencias que gracias a ello vivimos. De hecho, fue la semilla para que algunos de nosotros seguimos vinculados a la conservación de la Naturaleza y al de estos parajes. Enhorabuena por el artículo y gracias por tu trabajo Antonio.
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Antonio Ruiz
11/01/2023
11:57:36 AM
Ref. 11652
Sr. D. Gabriel Saiz: sólo el título de su comentario, es un insulto que usted me hace. "Fallo, olvido u otra razón desconocida". ¿Razón desconocida?Voy a contestarle a usted, pero lo haré por privado, pues no deseo polémicas públicas y mucho menos que impliquen a la revista Quercus, que ha tenido la amabilidad de publicar mi artículo sobre "Bosque-escuela" e incluso su comentario. Saludos.
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Federico
11/01/2023
11:32:25 AM
Ref. 11651
Excelente artículo que recoge las mejores tendencias en educación ambiental desde una perspectiva histórica. Desde Giner hasta hoy educar en la naturaleza es clave para la generación de valores ambientales.
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Juan de la Vara
10/01/2023
10:12:00 PM
Ref. 11650
Oportuno, documentado y justo artículo de Antonio Ruiz. Sin desconsiderar los más recientes proyectos y propuestas de pedagogía ambiental, el autor reclama el lógico reconocimiento de aquellos y aquellas que con muy pocas herramientas y, lo que significaba mayor dificultad... la incomprensión de determinados sectores educativos que entendían como "fuera de la realidad educativa" la innovación que suponía educar en la naturaleza y con la naturaleza. Yo soy uno de esos niños que empecé a salir al campo, a la montaña... a la naturaleza, con Antonio...-entrañablemente, Pipo, por su inseparable cachimba-. Des pues, continúe en las organizaciones medioambientalistas y ecologistas que Antonio y otras buenas gentes ivan alumbrando, como monitor. Cómo niño, disfruté, jugué, experimente, aprendí y conocí personas y lugares y sobre todo entable mis primeras relaciones con el respeto incondicional al medio natural. Cómo joven, esta experiencia me construyó, indudablemente, como persona, hasta el punto de llevar mi formación hacia el magisterio. Y si algo agradezco en grado sumo, a esa experiencia personal de las salidas al campo, a aprender, a disfrutar, a jugar, pero también a respetar y a cuidar... y por supuesto, a Antonio... Pipo .. y otros y otras más, es que nunca, nunca he perdido el interés y la voluntad de valorar y defender todo, todo lo que significa nuestra casa, el Planeta Tierra.
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Esther Montero
10/01/2023
05:19:59 PM
Ref. 11649
Me ha parecido muy interesante el artículo sobre todo porque aporta datos veraces y realiza un buen recorrido histórico de los bosques escuela. Describe bien estas pedagogías útiles que llevan utilizandose desde hace más de 2 siglos y que ahora se intentan comercializar y monetizar, como algo innovador, siendo solo sus destinatarios determinadas clases sociales privilegiadas económicamente.
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Jose
10/01/2023
03:46:13 PM
Ref. 11648
Hola: Me ha parecido un artículo de gran interés, muy didáctico y oportuno. Tuve la fortuna de participar en actividades con los famosos campamentos de ADENA impulsados por Félix Rodríguez de la Fuente, en calidad de monitor, y también más tarde como “jefe de campamento” en instalaciones de otras organizaciones, incluyendo algunos grupos Scout. He de decir que en aquellos años, hablo de 1979 a 1985, los únicos campamentos verdaderas “escuelas de la naturaleza” eran los de ADENA. Después se fueron sumando otras asociaciones. Las experiencias en ellas vividos por niños y jóvenes creo marcaron a varias generaciones, atraídos por los programas divulgativos de Félix y también por una incipiente y mayor sensibilización hacia los problemas conservacionistas en nuestro país. En aquellos años tuve ocasión de dirigir algún campamento de los Scout; pero de ningún modo eran consideradas “escuelas de la naturaleza” en el sentido que queda plasmado en este artículo, como tampoco lo eran los campamentos de la OJE y sus actividades en plena naturaleza. En el caso de los Scout más bien se trataba de aprendizaje de técnicas de supervivencia, compartir determinados valores como el compañerismo, el esfuerzo personal, la capacidad de adaptación al medio, etc. Nada que objetar a todo ello; pero de ningún modo yo lo veía como un lugar para aprender de forma específica sobre fauna, flora, observación de pájaros… naturalismo, en una palabra. Nosotros éramos naturalistas. Esa es la diferencia. Por supuesto, habría de todo en los grupos de Scout y con el tiempo habrán evolucionado hacia un mayor acercamiento al estudio de la naturaleza. ¡Pero si en los campamentos de Félix teníamos incluso pequeños laboratorios de campo, prismáticos, alguna lupa binocular, cuadernos para anotaciones, etc! Hacíamos observación directa de aves, se enseñaba a los chavales a clasificar especies, no solo aves, también mamíferos, reptiles, anfibios, insectos,… Impartíamos charlas específicas sobre protección del medio ambiente, hablábamos y comentábamos las últimas noticias relativas a la naturaleza, teníamos un contacto directo con el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (el cuestionado ICONA) y conseguíamos mapas topográficos, geográficos, material divulgativo. Por no hablar de la colaboración con departamentos universitarios de zoología, ecología, etc. Nada de eso había en otros campamentos. En fin, mi enhorabuena al articulista.
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Paloma
09/01/2023
07:53:42 PM
Ref. 11646
Es interesante la reflexión histórica que realiza el autor en su artículo, sobre una experiencia en la que se combina el contacto con la naturaleza de una forma muy directa y la educación ambiental. Una vez leído el articulo me recuerda a mis principios como educadora ambiental en las aulas de Naturaleza itinerantes que allá por los años 1984 tenia la Junta de Castilla León. Yo trabaje varios veranos en la de Ávila a ambos lados de la Sierra de Gredos. Aunque con instalaciones más sofisticadas y un contacto menos directo, el paisaje que rodeaba a las instalaciones eran muy interactivos. Este seria un ejemplo que podría ser una actividad intermedia.
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Gabriel Saiz
25/12/2022
12:45:05 PM
Ref. 11623
¿FALLO, OLVIDO U OTRA RAZÓN DESCONOCIDA? El 'bosque-escuela', un recurso pedagógico ambiental que viene de lejos y de al lado. Me parece muy apropiado el artículo escrito por Antonio Ruiz Heredia sobre el origen e historia en España de la pedagogía ligada a la naturaleza, que hoy se llama pedagogía verde, bosque-escuela, escuela-bosque o como se quiera… Es totalmente lícito que se recuerde, reclame y ponga en valor el papel de aquellos pioneros en la materia y no se caiga en el frecuente error de atribuirse méritos, ni de comunicar a los cuatro vientos que se ha reinventado la rueda. En este sentido, por fallo, olvido u otra razón desconocida, en el artículo de la revista Quercus se elude y no aparece, ni al menos citada, una parte de esa historia, adoleciendo el artículo de lo mismo que reivindica, un análisis parcial. Si, muchos se habrán dado cuenta, me refiero al escultismo o movimiento scout, presente en España de manera continuada (aunque clandestina en un periodo) desde 1912 hasta nuestros días. Si bien es cierto la anterioridad en el tiempo de la Institución Libre de Enseñanza, fue el movimiento scout el que asentó en todo el territorio y en el tiempo las actividades excursionistas y campamentos de verano (y en otras estaciones) en pleno contacto con la naturaleza, donde se hacía educación ambiental mucho antes de existir esta disciplina. Aunque hay que decir que no se limitaba únicamente al aprendizaje naturalístico, sino que enriquecía la experiencia con la vivencia de un montón de valores, propio de un movimiento educativo integral de la persona. Numerosos naturalistas y personas de ciencia de el pasado y presente siglo se han forjado y desarrollado sus vocaciones cuando de niños, niñas y jóvenes participaban en grupos scout o similares. Ciertamente un movimiento urbano en nuestro país, pero muy necesario para liberar las mentes de la prisión del asfalto y de los edificios de las ciudades. Así lo cuentan numerosas biografías, que muestran el escultismo como un movimiento liberador (en todos los sentidos de la palabra). No es raro que ese buen saber hacer del movimiento scout inspirara a Félix Rodríguez de la Fuente para sus campamentos, en los que contó con monitores scout, y con los propios scouts, en sus primeras ediciones (véanse bibliografías de Félix y sus campamentos). Y es que entre los referentes de esa pedagogía en la naturaleza no puede faltar el fundador del escultismo, Lord Baden Powell of Gilwell, cuyo libro “Escultismo para muchachos” de 1908, llegá a estar entre los 10 libros más vendidos del siglo XX. Entre sus páginas se pueden ver numerosas explicaciones sobre la naturaleza, observación, plantas, animales, rastros, supervivencia, etc. Tal fue la repercusión de esas publicaciones quincenales, que los chavales salían al campo a poner en práctica lo que allí se contaba, mucho antes de formarse los primeros grupos scout. En mi experiencia personal de biólogo y educador ambiental, desde hace 20 y 15 años respectivamente, reconozco que el papel de lo scouts en el desarrollo de mi vocación naturalista y defensora de la naturaleza se la debo al noventa y mucho por ciento al haber pasado por un grupo scout. Todavía recuerdo todo esos animales que descubríamos en los campamentos, que entraban en la tienda de campaña, que nos cruzábamos en las excursiones. Siempre había algún monitor con alguna lupa, prismáticos o guía de campo para saldar la curiosidad y poner nombre a lo observado. Todavía atesoro frutos, plumas, huesos, egagrópilas…, cual museo de ciencias en un cajón, recogidos de esas caminatas (marchas o raids) en las que atravesábamos bosques, ascendíamos montañas, cruzábamos ríos, descansábamos en pueblos y hablábamos con sus gentes, mucho antes de que esos mismos lugares fueran espacios protegidos, tuvieran planes de uso público y programas de educación ambiental. Hoy en día cuando, como parte de mi trabajo, aplico como novedad pedagógica en los centros educativos los proyectos, los aprendizajes-servicio, las participaciones ambientales, las ciencias ciudadanas, los recorridos sensoriales, los baños de bosque, etc, no puedo por más de acordarme cuando hacíamos todas esas cosas sin esos nombres en los scouts y valorar la suerte que tuve de pertenecer a un movimiento pionero. Para terminar, remarcar que es incuestionable el papel del movimiento scout en la historia de la educación ambiental en España (y en otros muchos países), tanto por relevancia en su programa educativo como por su alcance, e imprescindible que se nombre al escultismo en cualquier repaso histórico que se haga de la materia y mucho más si se refiere a sus formas más relacionadas con el conocimiento del campo, los campamentos en contacto con la naturaleza y las actividades educativas en el bosque. Es Navidad y quiero pensar que se trata de un descuido, de un lapsus o de algo similar. Si por el contrario se tratase de un exclusión intencionada estaría muy interesado en conocer las razones que llevan a esa decisión. También invito a que mis amigos y conocidos scout que han desarrollado una faceta ambiental en su vida, dejen su testimonio, al igual que yo. En cualquier caso, mi reconocimiento y admiración por todas y cada una de las entidades que trabajaron, trabajan y trabajarán por un mayor apego y respecto de las personas con la naturaleza. Nos necesitamos todos, que hay mucho todavía por hacer. Gabriel Saiz Santo Tomás
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