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Resultados de cuatro años de radioseguimiento

Venturas y desventuras de Ernesto, un lobo estepario

Por Juan Carlos Blanco y Yolanda Cortés

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Durante el marcaje de Ernesto, en marzo de 1998 (foto: Francisco Márquez).
Durante el marcaje de Ernesto, en marzo de 1998 (foto: Francisco Márquez).
Las peripecias de Ernesto, un lobo castellano, nos permiten asomarnos a las costumbres de esta especie guiados por dos de sus principales estudiosos. Nunca un relato tan bello contuvo tanta información.
Cuando el viejo lobo se preparaba para encamarse tras una noche dedicada a buscar alimento, quizá percibió algo extraño en el ambiente: ruidos inusuales, coches circulando por caminos generalmente tranquilos, voces en los lugares más apartados del bosque... Por fin, a media mañana, el infierno estalló. La algarabía de las rehalas registrando cada rincón del monte, los gritos de los batidores, el fragor de los tiros en los puestos convirtieron su sueño en una pesadilla real. Los lobos de la manada huyeron aterrorizados de los perros y al menos tres de ellos salvaron la vida al atravesar los puestos como una exhalación. Pero el veterano macho, con las facultades mermadas por la vejez, no detectó a tiempo al montero que le estaba encañonando. La suerte que le había acompañado durante sus casi doce años de vida azarosa le abandonó aquel 25 de enero de 2007. Cuando terminó la batida celebrada en un monte del noroeste de Valladolid, los cazadores que rodeaban el cadáver de este lobo oscuro, de dientes gastados, se preguntaban si el radiocollar amarillo que portaba podría dar información sobre su procedencia y sobre las peripecias de su existencia.
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