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Menorca, laboratorio de ideas para un futuro más sostenible

Texto: José Antonio Montero Fotos: GOB Menorca

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Panorámica de la playa menorquina de Sa Mesquida, cercana a la ciudad de Maó. En el centro de la fotografía se aprecia una zona
Panorámica de la playa menorquina de Sa Mesquida, cercana a la ciudad de Maó. En el centro de la fotografía se aprecia una zona
Menorca es una excepción en la costa mediterránea por mantenerse bastante bien conservada, algo que debe mucho a la confianza de sus habitantes en las virtudes de un desarrollo blando. Con treinta años recién cumplidos, el grupo ecologista de la isla trabaja en nuevas ideas para un futuro más sostenible. La regeneración de los ecosistemas litorales es una de ellas.
La sede del GOB Menorca, en el centro de Maó, a poca distancia del puerto, es un bonito edificio de paredes blanqueadas que antiguamente fue molino harinero. Me reciben Josep Foguet y Joan Florit, presidente y coordinador de este grupo ecologista, nacido en 1977 a raíz de una movilización ciudadana que logró paralizar la urbanización que se estaba construyendo junto a la albufera des Grau, una laguna litoral en forma de ría cercana a Maó, declarada Parque Natural.

Más de treinta años después, el balance de estos dos representantes del GOB Menorca es que la asociación está totalmente integrada en la vida ciudadana de la isla, con más de mil socios y un estilo propio, “cuyo carácter reivindicativo de los primeros tiempos ha ido dando paso también a la puesta en marcha de propuestas constructivas y novedosas a través de la búsqueda de alianzas con diferentes sectores sociales”.

Esta labor se ha visto favorecida por el apego de los menorquines a sus paisajes y tradiciones, que se expresa en un consenso social bastante amplio al optar por un desarrollo más blando que en el resto de Baleares. La declaración de toda la isla como Reserva de la Biosfera en 1993 supuso el reconocimiento internacional a un patrimonio natural que se ha mantenido en buen estado de conservación, a pesar de la presión que supone el flujo anual de más de un millón de turistas que visitan cada año este pequeño paraíso mediterráneo, de apenas setecientos kilómetros cuadrados.

Diez años después de crearse la Reserva de la Biosfera, tuvo lugar otro hito histórico en este camino hacia un modelo diferente. En abril de 2003, el Consell Insular de Menorca, el organismo administrativo de mayor peso político en la isla, aprobó el Plan Territorial Insular (PTI).

Más de sesenta mil nuevas plazas hoteleras y residenciales previstas fueron anuladas por el PTI, que marcó un antes y un después en el ordenamiento de la isla, con medidas tan revolucionarias como la prohibición de construir desde entonces en suelo rústico, que es como está catalogada la mayor parte de Menorca. La medida permitió blindar para el futuro ese mosaico de paisajes agrícolas y naturales tan característico de Menorca.
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