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Por Roberto Hartasánchez

La Junta de Castilla y León no protege a sus osos

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Mientras la población oso pardo en el núcleo occidental de la cordillera Cantábrica se recupera, en el sector castellanoleonés de su núcleo oriental desaparece. El Fapas culpa a la Junta de Castilla y León de su fracaso con el plantígrado, casi veinte años después de que aprobase un plan de recuperación para esta especie amenazada.
El oso pardo, catalogado por la legislación española como especie “En peligro de extinción”, cuenta en la cordillera Cantábrica con unos 125 ejemplares. La mayoría se distribuye en llamado núcleo occidental (suroeste de Asturias y noroeste de León), con un centenar de animales, y el resto, en el oriental (norte de Palencia, sur de Cantabria y áreas aledañas del noreste de León).

En contra de lo que asegura la Junta de Castilla y León, la población osera del núcleo oriental está sufriendo un continuado proceso de desaparición de los territorios de esta comunidad autónoma. Para ocultar esta información, recientemente el Gobierno regional se ha escudado en los datos globales de la cordillera Cantábrica, cuyos osos se encuentran mayoritariamente fuera de esta comunidad autónoma, con un reciente y notable incremento de ejemplares en Asturias.

Pero lo cierto es que, desde que se puso en marcha en 1990 el Plan de Recuperación del oso pardo en Castilla y León, la desaparición de las hembras reproductoras del núcleo oriental ha sido constante. Si primero fue la zona de Mampodre, durante los últimos años se ha confirmado que prácticamente ha desaparecido como reproductor en la Reserva de Caza de Riaño. En este emblemático territorio el oso habitó sin dificultades hasta que la Junta de Castilla y León comenzó a aplicar modelos de manejo cinegético que permitieron construir cientos de kilómetros de pistas forestales en los mejores hábitats oseros de la reserva.

Actualmente, la única población reproductora del núcleo oriental en Castilla y León se ubica en el Parque Natural de Fuentes Carrionas, en la Montaña Palentina. Su evolución en este espacio protegido, que a la vez es reserva de caza y cuenta con un elevado número de cotos privados, no puede ser más desalentador. Como dato de referencia podemos tomar por ejemplo el año 1989, con dos osas reproductoras. Pues bien, en 2008 sólo se detectó una.
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