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Españoles en África

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Con frecuencia, imbuidos como estamos en nuestros problemas cotidianos, tenemos una visión muy cicatera del mundo, demasiado “provinciana”. Por eso nos parece fascinante que haya compatriotas ocupados en trabajos tan peregrinos como proteger los arrozales de los Bijagó en Guinea-Bissau o en proporcionar un combustible más barato y menos contaminante a los habitantes de Kivu Sur, en la República Democrática del Congo. Y, ¿por qué prestamos atención a estos dos proyectos aislados? ¿No forman parte, acaso, de esa cooperación internacional que ya damos por aceptada en los países occidentales? ¿Qué pintan en este número de Quercus?
Pues pintan y mucho. En el archipiélago de las Bijagós, o Bidyogo, situado frente a las costas de Guinea Bissau, existe una pequeña población de hipopótamos que, dado su emplazamiento, ha desarrollado hábitos cuasi marinos. Unos 150 ejemplares frecuentan manglares y lagunas costeras, donde suelen descansar durante las horas calurosas del día, para alimentarse en tierra firme al caer la noche. Pero entonces lo que encuentran más a mano son los cultivos de arroz de los Bijagó y ya tenemos planteado el conflicto entre una especie silvestre y una actividad productiva. Es aquí donde entra en escena ese grupo de biólogos y naturalistas que, financiados por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), han probado un ingenioso sistema para impedir que los hipopótamos marinos destruyan los arrozales. La técnica consiste en adaptar los populares “pastores eléctricos”, habituales en nuestros campos para evitar que se desmande el ganado, al caso africano (págs.14-21). Ahora que se ha probado con éxito parece fácil, pero había que caer en ello.

El otro proyecto consiste en ofrecer a los habitantes de Kivu Sur un combustible barato y fácil de conseguir, que les evite largos desplazamientos hasta las zonas forestadas y, sobre todo, ayude a preservar el hábitat boscoso de gorilas y chimpancés. Miembros del Proyecto Gran Simio (PGS) se han trasladado hasta allí para montar cinco máquinas prensadoras de briquetas y enseñar su funcionamiento a los congoleños (págs. 54-55). Las briquetas se fabrican con serrín, papel y subproductos agrícolas, son tres veces más baratas que el carbón vegetal y disuaden de penetrar en las zonas donde viven los primates. En el Hospital General de Bukavu, los encargados de la prensadora son adolescentes rescatados de la calle y su trabajo permite, no sólo preparar la comida de los niños ingresados en el hospital, sino comercializar los excedentes. Otra cosa sencilla en la que era preciso reparar.

Qué contraste tan violento con los mal llamados “Acuerdos de Asociación Económica” (EPA en sus siglas inglesas) que la Unión Europea trata de imponer a los países de África, Caribe y Pacífico (ACP). Varias organizaciones ambientales y sociales convocaron en su día movilizaciones para detener estos tratados de libre comercio, muy perjudiciales para los países de economía más débil. En palabras de Ecologistas en Acción, una de las organizaciones implicadas, vienen a perpetuar “la dominación que ha provocado la actual crisis económica, alimentaria, energética y climática”. Está visto que no hay más que dos mundos: uno viciado por la codicia humana y otro más humilde, ingenioso y solidario.

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