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Urogallos en hábitats mediterráneos

Urogallos mediterráneos, ¿hasta cuándo?

Los parques eólicos cercan los melojares leoneses donde habitan

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Poco después de su descubrimiento, los únicos urogallos del mundo de los que viven actualmente en un hábitat mediterráneo se enfrentan a una nueva amenaza que puede darles la puntilla: una plétora de parques eólicos en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica, algunos muy cerca de los melojares leoneses donde esta población tiene sus cantaderos.
Texto: Manuel A González, Pedro P. Olea, Vicente Ena, Benito Fuertes y Francisco J. Purroy

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A lo largo de su distribución, las poblaciones animales muestran diferentes adaptaciones a las condiciones locales (1). En el caso de las de urogallo (Tetrao urogallus), la mayor parte habita bosques montanos y boreales de coníferas con abundante cobertura de arándano (Vaccinium myrtillus) (2). Pero la subespecie cantábrica, T. u. cantabricus, la más amenazada del mundo, vive en bosques caducifolios, principalmente de haya (Fagus sylvatica), abedul (Betula pubescens) y roble albar (Quercus petraea) (3).

En estos bosques cantábricos, el acebo (Ilex aquifolium) es una especie clave para el urogallo, ya que le proporciona alimento en invierno, mientras el resto de árboles del bosque está desprovisto de hojas (4, 5). Durante el verano y gran parte del otoño es el arándano la planta que procura al ave el mayor aporte alimenticio, además de dar cobijo a los artrópodos de los que se alimentan los pollitos durante sus primeras semanas de vida (2, 6).

Estos condicionantes en cuanto a hábitat y alimentación han sido tradicionalmente aceptados como requisitos imprescindibles para que el urogallo cantábrico pueda vivir en el medio natural y consecuentemente, utilizados para realizar los modelos en los que se basan los mapas de potencialidad de hábitat de esta subespecie. Pero una grata sorpresa se iba a producir cuando, después de varios testimonios e informaciones no confirmadas, en la primavera de 1998 aparece un urogallo macho “loco” (sin miedo al hombre) con comportamiento de celo en un bosque de roble melojo (Quercus pyrenaica) en el valle del alto Boeza, en la comarca leonesa del Bierzo Alto.

Esta primera cita es luego seguida por otros avistamientos y la recogida de indicios que mostraron la presencia de varios ejemplares, así como la reproducción estable. En los años siguientes, nuevas citas y prospecciones en el área confirman la existencia de una población en un hábitat absolutamente atípico para el urogallo (7).
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