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Cita en Burgos para abordar el reto de gestionar los bosques del siglo XXI

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Cita en Burgos para abordar el reto de gestionar los bosques del siglo XXI
A Burgos, sede del primer gran acto celebrado en España en el contexto del Año Internacional de los Bosques, acudieron en masa expertos forestales de todo el planeta para dar testimonio de una nueva visión de los bosques como surtidores de todo un benéfico abanico de servicios, empezando por el de amortiguar el cambio climático.

Texto: José Antonio Montero
Fotos: Ismael Muñoz
En el término municipal de Abejar (Soria), ganaderos y conservacionistas intentan ponerse de acuerdo para salvar a Phengaris (Maculinea) nausithous, una mariposa que aparece como “Vulnerable” en el recién aprobado Catálogo Español de Especies Amenazadas y que está al borde de la extinción en toda la comarca de los Pinares de Urbión. La solución pasa por adoptar algunas sencillas medidas de gestión de hábitat en los pastizales de uso ganadero de los que depende esta mariposa, que se abren entre los bosques de pino esta zona, los más extensos de toda España.

Aunque pueda sorprender a algunos, esta iniciativa en favor de una especie amenazada nace, no de un grupo ecologista, sino de una entidad marcadamente forestal, el Bosque Modelo de Urbión. ¿Cómo es esto? La respuesta la encontramos al desplazarnos a Burgos, a poco más de cien kilómetros de distancia, donde Quercus fue invitada a asistir al Foro Global “Territorios y Sostenibilidad”, que se celebró entre el 21 y el 26 del pasado marzo.

En el primer gran acto convocado en España con motivo del Año Internacional de los Bosques, tras su lanzamiento oficial desde la sede de las Naciones Unidas el pasado 2 de febrero, más de cuatrocientos expertos forestales de todo el mundo acudieron a la capital castellana. Se habló sobre todo de sostenibilidad, multifuncionalidad, pago por servicios ambientales, REDD... y no tanto de metros cúbicos maderables.

Más pistas: mientras que en las conclusiones de este encuentro se reconocía que ya no es posible entender la gestión de los bosques sin vincularla al mantenimiento de las poblaciones humanas más ligadas a ellos y a la conservación de la biodiversidad, el plato fuerte fue la presentación de la figura de Bosque Modelo como fórmula asociativa destinada a promover el uso sostenible de los recursos forestales en manos de las comunidades locales. ¿Se abre paso una nueva cultura forestal o solo se adapta el lenguaje a un nuevo escenario?

Restaurar ecosistemas funcionales, no simples hileras de árboles
Un tercio de la superficie emergida del planeta está cubierta de paisajes arbolados, desde bosques primarios cuya funcionalidad ecológica no ha sido aún alterada por la intervención humana a cultivos forestales sometidos a explotación intensiva. En el discurso de apertura del Foro Global de Burgos, Jan McAlpine, directora del Foro Forestal de las Naciones Unidas (UNFF), subrayó las grandes expectativas puestas en los bosques, catapultadas por la revalorización de su capacidad de secuestrar dióxido de carbono a gran escala –nada menos que el 15% de las emisiones anuales– en el escenario actual de cambio climático.

McAlpine, hija de misioneros y gran conocedora de la realidad africana, se refirió a Ruanda como ejemplo de este nuevo espíritu a favor del bosque. El gobierno de este país ha presentado lo que ya se considera como el mayor plan estatal de reforestación nunca antes abordado, con el que prevé superar la drástica deforestación sufrida décadas atrás, algo que la propia McAlpine pudo constatar in situ el pasado verano sobrevolando buena parte del devastado territorio ruandés.

En la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, las ONG ecologistas ya empezaban a reclamar prioridad para los ecosistemas forestales con alta capacidad de almacenamiento de carbono, valiosa biodiversidad y beneficios para pueblos indígenas y comunidades locales. Han pasado los años y, ahora que todo el mundo asume que las múltiples funciones ecológicas de los bosques son elementos clave de la gestión forestal, la directora del UNFF señaló la cumbre Río +20, prevista para junio de 2012 en la misma ciudad brasileña, como una buena ocasión para valorar hasta que punto existe la voluntad política de “pasar al terreno de los hechos”.

En su intervención en Burgos, el español Eduardo Rojas, subdirector general de la FAO y responsable del departamento forestal de este organismo, se remitió a un cálculo de los expertos del GPFLR, plataforma creada por el Gobierno británico con apoyo de dos agencias internacionales de conservación, UICN y WWF: al menos mil millones de hectáreas de tierras desarboladas –el 25% de la superficie forestal planetaria o, por usar un símil más gráfico, una extensión similar a la de Canadá– es susceptible de reforestación. Según Rojas, “con estas previsiones, y suponiendo que haya también una reducción significativa de las emisiones, se podría conseguir en el año 2050 un balance entre el dióxido de carbono emitido y el capturado a niveles de la etapa preindustrial”.

En una rueda de prensa posterior, el alto funcionario de la FAO adelantó los resultados del último informe de este organismo sobre la situación de los bosques. Punto uno: al margen del baile de cifras según quien sea la fuente de información y del debate sobre qué consideramos bosques, el ritmo de deforestación a escala mundial sigue siendo muy alto. Sin embargo, se constata también que la tasa de pérdida de bosque se ha reducido con respecto a años atrás. Punto dos: a escala menos general, vemos que hay regiones donde se está incluso recuperando superficie forestal, sobre todo Europa y Norteamérica. En cambio, América Latina y África Occidental presentan los mayores índices de deforestación.

Por su parte, José Jiménez, director general de Medio Natural y Política Forestal del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), destacó la necesidad de que la gestión del bosque “esté incardinada en la conservación de la biodiversidad”. Jiménez recordó que en la reciente Cumbre de la Biodiversidad (Nagoya, 18-29 de octubre de 2010), se aprobó un plan estratégico que tenía como objetivo conservar, pero también “restaurar” los ecosistemas.
En el caso específico de los bosques, con esa restauración no se trataría de conseguir hileras de árboles, sino de posibilitar la rehabilitación de ecosistemas capaces de evolucionar, adaptarse y cambiar. Para el representante del MARM, lo importante es que los bosques estén completos, estén conectados y proporcionen los servicios ambientales perdidos. “En definitiva, se trata de ecosistemas funcionales, con toda su biodiversidad”, subrayó Jimenez.

Pagar por los servicios ambientales de los bosques, aún pendiente
A la necesidad de valorar económicamente los beneficios ambientales prestados por los hábitats forestales y de los que se beneficia toda la sociedad se le prestó bastante atención en el Foro Global de Burgos, cuya organización corrió a cargo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, junto con el MARM y la Secretaría de la Red Internacional de Bosques Modelo, dependiente del Ministerio de Recursos Naturales de Canadá.

Todo el mundo está ya más o menos de acuerdo en que los bosques son una herramienta básica en la lucha contra el cambio climático, conservan buena parte de la biodiversidad terrestre, evitan la erosión de la tierra fértil y son fundamentales en la producción de agua, entre otras cualidades. “Pero actualmente el mercado no refleja el valor real de todos esos bienes y servicios”, explica a Quercus Ronnie de Camino, subdirector General del Centro Agrícola Tropical de Investigación de Enseñanza (CATIE), uno de los principales centros de investigación y educación en materia forestal de América Latina, con sede en Costa Rica.

Los expertos estiman que, de media, una hectárea de bosque tropical aporta más de 6.000 dólares en materia prima, funciones ecológicas y servicios turísticos y recreativos. Pero solo una fracción de ese valor es incluida en los cálculos realizados para servir de base a las decisiones económicas sobre el futuro del bosque, entiende De Camino, para quien el pago real –diferente a las subvenciones– a las poblaciones que viven en medios forestales, por los servicios y bienes que aportan a la sociedad, contribuiría también a una mejor gestión de esos hábitats. El flujo de inversiones hacia estas comunidades locales, vía fondos REDD (Cuadro 1), está en el punto de mira de todos.

Un ejemplo de manual es el de la región de Shinyanga, en el norte de Tanzania, donde la vida de más de dos millones de personas, distribuidas en casi un millar de poblados, ha mejorado a raíz de que esta población tuviera un mayor control de sus propios recursos forestales. Hoy en día cuentan con medio millón de hectáreas de nuevos bosques y obtienen unos ingresos adicionales de catorce dólares por persona y mes, cuando la renta media en el medio rural no supera en Tanzania los diez dólares.

No debe extrañar que el mensaje más repetido en el Foro Global de Burgos fuese precisamente –y así se refleja en las conclusiones– que el futuro de la gestión sostenible del bosque pasa por la consolidación de modelos sociales participativos en los que las comunidades locales sean los actores principales. En este contexto, la experiencia de los Bosques Modelo tuvo mucha repercusión.

Pilotar el viraje hacia la sostenibilidad
El Foro Global de Burgos fue aprovechado para organizar un encuentro de dos días entre los representantes de los Bosques Modelos que forman actualmente la red internacional dedicada a coordinar desde Otawa (Canadá) esta novedosa fórmula asociativa diseñada para los territorios forestales.

Actualmente hay unos sesenta Bosques Modelo, distribuidos en 25 países diferentes. Cubren más de cien millones de hectáreas. Sonia Martel es gerente del único Bosque Modelo declarado de momento en España, el de los Pinares de Urbión, en las provincias de Burgos y Soria (Cuadro 2). “Lo básico en un Bosque Modelo es la gestión participativa”, recuerda Martel, que reconoce que esta figura tiene muchas similitudes con la de Reserva de la Biosfera, aunque centrada en hábitats forestales.

Los Bosques Modelo surgieron en Canadá en 1992, tras una larga conflictividad social por el modelo de gestión forestal desarrollado hasta entonces. Se definen como una asociación voluntaria de las personas que habitan un territorio forestal, generalmente a través de las entidades que los representa, que se organizan para intentar llevar a cabo una gestión sostenible de los bosques en los que viven y de los que dependen.

La figura de Bosque Modelo está diseñada especialmente para zonas sometidas a explotación forestal cuya población quiera pilotar un viraje hacia la sostenibilidad. Sin embargo Marc Patry, experto en temas forestales del Centro del Patrimonio Mundial de la Unesco y participante en el foro, destaca lo mucho que pueden aportar los Bosque Modelo como zonas de amortiguación o de corredor biológico entre bosques sometidos a un mayor grado de protección. Patry recuerda que actualmente un centenar de los más de novecientos lugares reconocidos como Patrimonio Mundial contienen hábitats forestales.

La hoja de ruta quedó clara en Burgos: por una parte, revalorizar la función del bosque como suministrador de servicios tan valiosos como la captación de agua o el almacenamiento de carbono; por otra, fomentar el uso sostenible de los territorios forestales al mismo tiempo que se mejorar la participación de los agentes sociales con competencias, intereses y demandas en esos territorios. Ahora ya solo queda pasar de la teoría a los hechos.

Más información, en www.globalforum2011.net/es


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