La marisma cantábrica de Txingudi, en la encrucijada

El Bidasoa es un típico río cantábrico, de corto recorrido y pronunciado desnivel. Recorre tierras navarras antes de marcar la frontera franco-española en sus últimos diez kilómetros. Es justamente aquí donde el Bidasoa desemboca en el litoral vasco, formando en la bahía de Txingudi un estuario que se abre en un territorio muy humanizado, abrazado al norte por la playa de Hendaya, en Francia, y al sur por los limos y carrizales de Hondarribia e Irún, en el noroeste de Guipúzcoa.

Este hueco, entre la cadena montañosa pirenaica y las serranías costeras del arco vasco, es el paso que aprovechan los contingentes de aves migratorias que usan este corredor libre de cumbres en sus desplazamientos entre el norte y centro de Europa, donde se reproducen, y los refugios de invernada más al sur. Y es que no olvidemos que este ángulo interior del golfo de Vizcaya es un remanso usado como área de reposo en las rutas migratorias que costean el litoral atlántico.

Como todos los cursos de agua del norte peninsular, el Bidasoa forma marismas sometidas al ciclo mareal. Esta mezcla de aguas con sus aportes de nutrientes y sus depósitos limosos son los responsables de su riqueza natural. A pesar de su reducida superficie, el reconocimiento de sus valores naturales hace que sea el espacio con mayor protección legal de todo el litoral guipuzcoano: adscrito a la Red Natura 2000 de la Unión Europea por partida doble, ya que es Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), está incluido, junto con otros cinco humedales vascos, en el Convenio Ramsar y cuenta, además, con una Plan Especial de Protección. También el territorio francés de Txingudi está protegido bajo dos figuras de la Red Natura 2000 francesa (SIC y ZPS).