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UN PROCESO FAVORECIDO POR LAS POLÍTICAS CONSERVACIONISTAS

Crece la competencia entre águilas reales y perdiceras en Andalucía

Crece la competencia  entre águilas reales  y perdiceras en  Andalucía
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La ecología de las grandes rapaces no deja de sorprendernos. En Andalucía, la recuperación del águila real, gracias entre otras causas a las acciones de conservación desarrolladas en los últimos años en favor de las aves de presa, ha tenido un fruto inesperado: una mayor competencia territorial con el águila perdicera, cuya población andaluza, la más importante de Europa, parece estar saliendo perjudicada de este proceso.

por Jesús Bautista Rodríguez, José María Gil Sánchez, Emilio González Miras,
Ginés Jesús Gómez y José Luis Sánchez Balsera
Hace casi veinte años, en el número 98 de Quercus, augurábamos que la competencia del águila real (Aquila chrysaetos) podría afectar de forma negativa a la población más boyante de águila perdicera (Aquila fasciatus) de la península Ibérica, concretamente la establecida en su extremo sureste (1). El planteamiento del problema en esencia era simple: las dos especies solapan en parte su hábitat de nidificación, básicamente los cortados rocosos; si estos son escasos, podría darse un fenómeno de exclusión competitiva en la que la mayor de ambas rapaces, el águila real, tendría una posición ventajosa.

Pasado este tiempo y gracias a la constancia en el seguimiento de las poblaciones de estas rapaces, hemos sido testigos de la espectacular recuperación del águila real en nuestra zona de estudio, centrada en Granada y otras provincias limítrofes. Como previmos, este proceso ha llevado asociados efectos negativos sobre el águila perdicera, algunos muy evidentes, otros algo más sutiles y difíciles de confirmar, pero no por ello carentes de importancia.

Desde el año 2001 se han asentado 54 parejas nuevas de águila real en las cordilleras béticas andaluzas, lo que supone casi un 30% de la población actual, estimada en 187 parejas seguras. A ellas habría que añadir dos parejas pendientes de asentamiento y seis intentos de ocupación fallidos registrados.

La zona en la que se ha notado un crecimiento más acusado de la población de águila real corresponde a las sierras béticas orientales (en las provincias de Almería y Granada), donde la especie se ha visto favorecida en esta zona por una orografía más abrupta y una menor presencia humana en la actualidad. Algunas de las parejas de nueva formación han vuelto a ocupar seis territorios antiguos abandonados. También se ha confirmado el éxito reproductor entre 2012 y 2013 en tres territorios considerados como sumideros: Sierras Norte de Granada, Sierras Costeras Granadinas y Poniente Granadino. Tengamos en cuenta que en los tres ha habido una ocupación continua pero sin reproducción en veinte años de seguimiento, debido a las sucesivas bajas derivadas principalmente del uso de cebos envenenados, disparos y electrocución. Nada menos que tres pollos, algo poco habitual en las águilas reales, ha sacado adelante la pareja del Poniente Granadino.

Cabe destacar dos áreas semidesérticas de las provincias de Almería y Granada, con catorce parejas nuevas de águila real. De éstas, el caso mejor conocido es el de las Hoyas (depresiones) de Guadix y Baza (la otra área es la de los De-siertos de Tabernas y Sorbas y el Poniente Almeriense), donde se ha pasado de las cinco parejas que había en 2001 a catorce en 2013 (la mitad se ha formado a partir de 2009). Quedan aún por confirmar cuatro territorios más, en los que se ha constituido la pareja y estamos a la espera de su asentamiento definitivo.

Pie de foto: Un ejemplar subadulto de águila real otea su área de campeo en pleno vuelo. Las aves no reproductoras de la especie representan una fracción importante de su población bética (foto: Jesús Rodríguez-Osorio).
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