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Basado en la recogida y el análisis de excrementos

Estudio genético sobre la situación del lobo en el País Vasco

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Estudio 
genético 
sobre la 
situación 
del lobo en 
el País Vasco
El seguimiento de carnívoros terrestres,
especialmente cuando sus poblaciones son escasas o dudosas, puede hacerse mediante métodos
indirectos, como el análisis genético de
excrementos. Este procedimiento, que permite

identificar individualmente a cada ejemplar e
incluso determinar su sexo, se ha puesto en
práctica por primera vez en la Península para
establecer el área de distribución del lobo en
el País Vasco y áreas adyacentes
de Cantabria y Burgos.
El lobo (Canis lupus), además de una de las trece especies de carnívoros terrestres del País Vasco, es un depredador conflictivo y emblemático que ha dejado una huella sin parangón en nuestro patrimonio cultural y mitológico. No figura en el Catálogo vasco de especies amenazadas ni tampoco se considera una especie cinegética, aunque es objeto de intensos controles para reducir los daños que causa al ganado extensivo, muy subvencionado por las administraciones vascas, especialmente el ovino de raza lacha. Así pues, su presencia está sometida a fuertes variaciones temporales, tanto en el número de efectivos como en el espacio que ocupan (1, 2).

La zona que hemos estudiado coincide con el extremo oriental del área de distribución de la especie en la península Ibérica, tiene una extensión de 2.700 kilómetros cuadrados y abarca la confluencia del País Vasco con el noreste de Burgos y el sureste de Cantabria (3). El trabajo de campo, emprendido durante el bienio 2003-2004, consistió en localizar excrementos de lobo a lo largo de una serie de recorridos previamente seleccionados, ya sea por la presencia de este cánido silvestre o por los ataques registrados al ganado (2, 3, 4), que juntos sumaron un total de 690 kilómetros. Buscamos excrementos superiores a los 2’5 centímetros de diámetro que contuvieran restos de pelo y hueso, sin trazas de alimentación artificial, aunque también seleccionamos algunas deyecciones dudosas. En cualquier caso, las 136 muestras fecales fueron recogidas mediante un meticuloso protocolo para evitar contaminaciones. Dichas muestras fecales se complementaron con cinco muestras de tejidos de lobos abatidos en la zona de estudio. Para identificar a la especie obtuvimos secuencias de ADN mitocondrial que comparamos con otras de referencia procedentes de perros y lobos. Una vez confirmado que las muestras pertenecían a lobos, utilizamos 22 marcadores moleculares que permitieron establecer el sexo y el genotipo de cada uno de estos animales.
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