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La humanidad frente a la animalidad

Una nueva visión de los animales

Por Santiago Aragón

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Una nueva visión de los animales
El origen de este artículo hay que buscarlo en la manifestación convocada por los cazadores en Madrid, justo antes de las últimas elecciones generales, y en una posterior visita del autor al Museo de la Caza y de la Naturaleza en París. A lo largo de la historia de la humanidad, ha ido cambiando nuestra percepción de los animales, desde la presa atávica hasta el actual icono publicitario.
Es evidente que de un mismo hecho, de una misma cosa o de un mismo gesto se pueden hacer varias interpretaciones. No se me ocurre mejor ejemplo para ilustrarlo que el que me relató Jean-Marc Drouin, historiador de la ciencia del Museo Nacional de Historia Natural de París. Con su característico verbo poético me narró una anécdota simpática e ingenua que tuvo ocasión de presenciar ante el monumento a Bernardin de Saint-Pierre (1737-1814), naturalista francés del que ya he hablado en esta revista. Al que fuera intendente del Jardín de Plantas de París se le representa sentado en un banco, con la cabeza apoyada sobre su mano derecha mientras que con la izquierda sujeta un ejemplar de su obra más emblemática, Les études de la Nature. Bernardin de Saint-Pierre estaba convencido del carácter benefactor de la naturaleza, a la que comparaba con una madre cuidadosa que aporta todo lo necesario para la felicidad de sus criaturas. Por eso, el escultor lo plasmó con un aire distraído, despreocupado, entre adormilado y absorto. La cabeza reclinada sobre la mano diestra acentúa el ademán. Pero el tiempo pasa y, junto al monumento, Drouin oyó a un niño curioso que preguntaba a su madre. Su pregunta no fue “¿en qué piensa ese señor? Su pregunta fue ¿con quién habla ese señor? Al parecer, hoy en día, un niño de apenas seis años reconoce mejor la mímica de una llamada telefónica que la de una ensoñación.

No hace mucho, una concurrida manifestación de cazadores recorría un buen tramo del Paseo de la Castellana, en Madrid. Reunidos bajo el lema “Por el campo, la caza y la conservación”, los asistentes protestaban por la reciente aprobación de la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, disposición que, según ellos, margina no solo a los cazadores sino a toda la gente de campo. Cuesta creer que una ley que persigue la protección y la gestión racional del patrimonio natural pueda crear un conflicto de interés. Sin embargo, así ha sido y la protesta no se ha hecho esperar. El estupor es aún mayor si se tiene en cuenta que ambas partes tratan de apropiarse de la misma y sana intención: la conservación. ¿Estamos hablando de lo mismo? ¿Existe un problema de interpretación?
En París, lejos del popular estadio Santiago Bernabéu frente al que se dieron cita los manifestantes, existe una fundación que lleva el nombre de Casa de la Caza y de la Naturaleza (Maison de la Chasse et de la Nature). Dos frases resumen sus objetivos en la introducción de su página web: “Desde los orígenes del hombre, la caza y la naturaleza han estado íntimamente ligadas. La misión de la Fundación consiste en hacer descubrir o redescubrir esa armonía de los primeros tiempos”. Una visita al museo de la corporación me pareció tentadora para tratar de entender la aparente paradoja de la que acabo de hablar. Lo que a partir de aquí expongo no son más que impresiones personales inspiradas por la contemplación de los objetos expuestos y por la lectura de las informaciones que guían al visitante en su recorrido.
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