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Un estudio sobre la dispersión de semillas por mamíferos

¿Quién siembra los arbustos en Doñana?

Por José M. Fedriani y Miguel Delibes

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
¿Quién siembra los arbustos en Doñana?
Desde luego, muchos arbustos con frutos carnosos son sembrados por los animales que se alimentan de ellos y diseminan luego las semillas junto con sus excrementos. Esta relación de beneficio mutuo entre plantas y animales ha sido estudiada en Doñana a partir de varios mamíferos parcialmente frugívoros, en concreto el zorro, el tejón, el jabalí, el ciervo, el gamo y el conejo.
Los paisajes cambian, aparecen girasoles donde hubo encinas y zarzales donde había trigo. ¿Cómo ocurre? En algunos casos es tan evidente que no precisa explicación: los humanos descuajan el encinar y siembran el girasol. Igual podrían colocar remolachas o chalés adosados. En otros casos, sin embargo, el proceso es más complicado y estimulante. ¿Quién planta las zarzas en el baldío que surge tras abandonarse un cultivo? Porque, aunque parezca de Perogrullo, hay que recordar que para que crezca un zarzal alguien debe sembrarlo. ¿De qué modo viajan las semillas desde la planta madre hasta el lugar donde germinan? Alguien las lleva, evidentemente. Con frecuencia, el encargado de transportarlas es el viento, pero para ello las semillas deben ser pequeñas; otras veces es el agua, la escorrentía o el mar, pero así sólo consiguen viajar a favor de la gravedad o de las corrientes dominantes. Algunas semillas, que llamamos abrojos, tienen pinchos o ganchos y se agarran al pelo de los mamíferos, cuando no al pantalón, los calcetines o los cordones de nuestras botas. Su manera de desplazarse recuerda a la de las garrapatas y la llamamos exozoocoria, es decir, “dispersión en el exterior de los animales”. Pero esa misma aclaración sugiere que el transporte también puede ser interno, o endozoocoria: los animales consumen las semillas y las defecan, con capacidad de germinar, lejos del lugar donde las han comido.

Ahora bien, ¿por qué razón los animales habían de comer semillas, si luego las expulsan prácticamente intactas? ¿Qué beneficio obtienen de ello? Reciben alimento. A veces, el pago por el transporte es la hierba, algunas de cuyas simientes, como se aprecia a simple vista en los cagajones de los caballos, atraviesan indemnes el tubo digestivo. Con más frecuencia, sin embargo, la planta ofrece a los animales sus frutos, un invento evolutivo del periodo Cretácico, hace casi 100 millones de años, que facilitó la endozoocoria. Los animales devoran los frutos, digieren la pulpa y defecan las semillas, que son así dispersadas. Las dos partes salen ganando y lo llamamos mutualismo (Cuadro 1).

La dispersión de semillas por animales es responsable, al menos en parte, de muchos de los patrones de distribución de la vegetación a escala de paisaje. Sin embargo, en pocos lugares se ha estudiado en detalle su funcionamiento, ni siquiera en los ecosistemas terrestres de parajes tan emblemáticos como el Parque Nacional de Doñana. Aunque en los últimos años las interacciones entre plantas y animales han recibido mucha atención por parte de los científicos (Cuadro 2), en el monte de Doñana apenas se han estudiado otras interacciones que la frugivoría de algunas aves (1) y la polinización por insectos de ciertas plantas del matorral (2). En este artículo presentamos algunos resultados de un estudio aún en marcha sobre ciertos mamíferos de Doñana que dispersan las semillas de distintas especies de arbustos que producen frutos carnosos.
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