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Una gestión más beneficiosa para el lagomorfo favorecería también a sus depredadores

Escasez de conejos en los espacios protegidos

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Escasez de conejos
Escasez de conejos
La sorprendente escasez de conejos constatada en los espacios protegidos sugiere la necesidad de una gestión de hábitat en nuestros parques y reservas que tenga más en cuenta al lagomorfo. Depredadores como el lince ibérico se beneficiarían de medidas de probada eficacia en fincas de caza donde sí abunda el conejo, como aclarados de matorral y siembras en el monte.

por Miguel Delibes-Mateos, Pablo Ferreras y Rafael Villafuerte
La creciente preocupación por la degradación del medio ambiente en España ha favorecido un notable incremento de las áreas protegidas durante las últimas décadas. Así, de las veinte que existían en 1980 se pasó a más de setecientas a finales del siglo XX (1). El nuestro es actualmente uno de los países de la Unión Europea con más superficie bajo protección legal y mayor participación en Natura 2000, a través de la red de LIC y ZEPA.

Las medidas de gestión que se aplican en los espacios naturales protegidos suelen suponer una mejora en las condiciones ambientales, lo que debería repercutir favorablemente en las especies que habitan estos parajes. Desde este punto de vista, podría pensarse que animales emblemáticos de España como el conejo de monte (Oryctolagus cuniculus) deberían ser abundantes en parques y reservas. Pero ¿cuál es la situación real? Veámoslo.

Como se ha publicado recientemente en esta misma revista, el conejo de monte, endémico de nuestra península, tiene un papel clave en los ambientes mediterráneos, principalmente por su importancia como presa de numerosos depredadores y por ser una especie ingeniera de los ecosistemas (2). Pero desde principios del siglo XX, los cambios de usos del suelo y la aparición de dos enfermedades de carácter vírico –mixomatosis y enfermedad hemorrágica– han dado lugar a una merma generalizada de sus poblaciones ibéricas. Sin embargo, en determinadas zonas agrícolas ha aumentado notablemente, siendo incluso considerado como plaga.

La evolución del número de animales cazados anualmente en nuestro país sugiere que el declive ha sido de un 70% entre 1973 y 1993 (3). De manera similar, en el Parque Nacional de Doñana las densidades han disminuido en más del 80% desde 1984 hasta 2006 (4). Las consecuencias han sido drásticas, tanto socioeconómicas para el sector cinegético como ecológicas para todas las especies y procesos del ecosistema que de uno u otro modo dependen del lagomorfo (5).

A raíz de este declive se han desarrollado numerosas medidas de gestión encaminadas a recuperar las poblaciones de conejos en los espacios protegidos. En Doñana, por ejemplo, se soltaron cerca de 20.000 ejemplares entre 1993 y 2005, dentro de los planes de recuperación del lince ibérico (Lynx pardinus) y el águila imperial (Aquila adalberti). Del mismo modo, la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía está restaurando hábitats favorables para la especie en el Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro (Córdoba). Dentro de este proyecto se contempla construir cerca de 5.000 vivares, donde se introducirán casi 30.000 animales. Pero a pesar de todos estos esfuerzos, no se conoce a ciencia cierta la situación actual del conejo en los espacios protegidos españoles.


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