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Una especie muy escasa en el Mediterráneo

Apariciones de rayas mantelinas en aguas del sur de Alicante

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Apariciones de rayas mantelinas en aguas del sur de Alicante
por Juan Antonio Pujol

Al contrario que otras rayas, la mantelina es relativamente escasa, sobre todo en el Mediterráneo, y la mayoría de sus registros se deben a capturas accidentales por parte de pescadores, tanto profesionales como deportivos. Las citas documentadas más antiguas se remontan al siglo XV, aunque el primer ejemplar del que tenemos constancia gráfica en aguas de Torrevieja fue pescado en 1969.
Durante el siglo XV los pescadores del sur de Italia conocían un tipo de pez raya con extensas aletas pectorales en forma de enorme vela al que, por tal motivo, denominaban “altavela”. Un ejemplar de esta especie llegó hasta el gabinete del naturalista napolitano Fabio Colonna (botánico, zoólogo y miembro de la Accademia Nazionale dei Lincei, a la que también perteneció Galileo) quien la describió en 1616 como “Pastinaca marina altera peteryplatea altavela”. Sin embargo, hasta 1758 Linneo no le asignaría el nombre científico actualmente aceptado de Gymnura altavela. De hecho, el género Gymnura (del griego gymnos = desnuda y oura = cola) se caracteriza por lo inusualmente corta que tiene la cola. Los géneros Gymnura y Aetoplatea son los dos únicos integrantes de la familia Gymnuridae, que reúne un total de 14 especies (1).

La mantelina (Gymnura altavela) pertenece al popular grupo de las rayas (más correctamente batoideos) y es el único representante de la familia Gymnuridae en el Mediterráneo, ya que la especie Gymnura micrura, aunque también es propia de aguas tropicales y regiones cálidas del Atlántico, no se ha citado nunca en este mar. La raya mantelina se caracteriza por el gran disco rómbico que constituye su cuerpo, dos veces más ancho que largo, y por unas tallas medias registradas que sobrepasan los dos metros en la mayor de sus magnitudes.

El hocico del animal es muy corto y no está proyectado hacia delante, sino que forma un ángulo obtuso de aproximadamente 135 grados. Los ojos están algo separados, son prominentes y de color amarillento. El cuerpo es deprimido, con la boca, las aberturas nasales y los cinco pares de aberturas respiratorias en la cara ventral del cuerpo, mientras que los ojos y los espiráculos están en la superficie dorsal de la cabeza.

En efecto, detrás de los ojos se abren los espiráculos, que tienen la particularidad de poseer un pequeño apéndice en forma de tentáculo delante de su parte posterior. Los espiráculos son fundamentales en las rayas y los tiburones de fondo para poder respirar cuando están inmóviles sobre el lecho marino (captan el agua por estas estructuras y la liberan por las hendiduras branquiales de la parte inferior del cuerpo), si bien también parecen cumplir una función receptora (2) relacionada con su línea lateral (órgano sensorial de los peces situado a lo largo de sus flancos). La boca es grande, con fuertes mandíbulas y dientes pequeños, muy numerosos y agudos, que están provistos de tres puntas, dos de ellas dirigidas hacia delante y una hacia atrás.

Otro de sus rasgos distintivos es la cola, muy corta y delgada, que mide en torno a un tercio del disco corporal. Está provista de una o dos espinas, aserradas en su base y capaces de inyectar veneno, como es habitual en las rayas. Pero su reducido tamaño y el hecho de que las espinas se inserten muy cerca del cuerpo, impide que la mantelina pueda dar los peligrosos y rápidos coletazos de las rayas que disponen de colas mucho más largas. Cuando se molesta al animal, o si ha sido pescado y se manipula sin la adecuada atención, sí puede provocar picaduras que, aunque no mortales, son muy dolorosas. Además, por las características del aguijón, suelen producirse importantes daños en los tejidos afectados, que pueden derivar en infecciones y dejar cicatrices para toda la vida.

La coloración dorsal es marrón oscuro, con manchas grisáceas o pardas a modo de estampado, mientras que el lado ventral es mucho más claro e incluso puede llegar a ser rosáceo. En su hábitat natural, la mantelina adopta patrones de manchas claras y oscuras que le dan un aspecto marmóreo y le permiten camuflarse perfectamente sobre los fondos arenosos donde vive. La pequeña cola tiene un diseño de barras alternas claras y oscuras, que se van haciendo menos notorias conforme el animal crece. El gran disco rómbico, así como las aletas pélvicas, tienen un delgado borde oscuro. También se observa un patrón de rugosidad principalmente concentrado en la región de la nuca (3), más acentuado conforme los ejemplares se hacen viejos. En las rayas jóvenes es prácticamente liso.

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