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El reto de conservar a un símbolo vivo de las grandes praderas

Kansas trata de recuperar al gallo de las praderas grande

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
De las medidas de seguimiento y conservación desplegadas en Kansas (Estados Unidos) para salvar al gallo de las praderas grande podríamos tomar buena nota. Y es que aunque no viva en bosques de montaña, la preocupante situación de esta tetraónida nos recuerda a otra que nos es mucho más cercana: el urogallo.

Texto: Manuel Antonio González
y otros autores. Fotos: Mark Herse
Antes de la colonización europea, las grandes praderas constituían uno de los hábitats más extensos de Norteamérica. En torno a 3’6 millones de kilómetros cuadrados de hierba alta (“tallgrass”), hierba baja (“shortgrass”) y herbazales mixtos (“mixed grass”) se extendían desde las provincias de Alberta, Manitoba y Saskatchewan, en Canadá, hasta el sur de Texas, en Estados Unidos.

Eran fértiles suelos que los nativos habían utilizado casi exclusivamente para la caza del bisonte. Pero el uso de este hábitat cambiaría bruscamente a partir del siglo XIX. Con la llegada masiva de europeos y africanos vinieron también la agricultura y ganadería intensivas y todo comenzó a transformarse rápidamente.

En poco más de un siglo, las grandes praderas pasaron a ser el granero de Norteamérica. Las mejores tierras fueron roturadas para la agricultura. A los bisontes se les sustituyó por ganado doméstico y se eliminó a los grandes predadores, como lobos, pumas y osos pardos.

Hoy en día las grandes praderas sólo ocupan un 10% de su superficie original y constituyen uno de los hábitats más amenazados de Norteamérica. Con la excepción de algunas pequeñas reservas públicas, son manejadas por particulares con fines agrícolas, ganaderos y petroleros. En el estado de Kansas, por ejemplo, el 95% de la superficie de praderas es terreno privado.
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