Cuaderno de campo

El Guadiamar regresa limpio a Doñana

CUADERNO DE CAMPO

Por Rafael Serra y José Antonio Montero

Miércoles 22 de octubre de 2014
El río Guadiamar ha resucitado diez años después de que se produjera el desastre de Aznalcóllar, cuando una avalancha de lodos tóxicos inundó unos sesenta kilómetros de su cauce. Todos los detalles sobre el trabajo necesario para restaurarlo han quedado recogidos en una reciente exposición inaugurada en Sevilla.


El 25 de abril de 1998 cedió la balsa de residuos mineros del pueblecito sevillano de Aznalcóllar, que explotaba la empresa sueco-canadiense Boliden Aprisa. Seis millones de toneladas de lodos tóxicos y aguas ácidas se canalizaron por el río Guadiamar en dirección al Parque Nacional de Doñana. Para hacerse una idea de la magnitud del vertido, baste decir que el naufragio del Prestige arrojó sobre las costas gallegas tan sólo 63.000 toneladas de fuel. Como medida de urgencia, fue preciso levantar un muro que aislara las marismas de Doñana de la riada contaminante y desviara el vertido hacia el Brazo de la Torre y, de ahí, a la desembocadura del Guadalquivir.



Salvo el tramo alto, que nace en Sierra Morena, la mayor parte de su cauce del Guadiamar quedó cubierto por una espesa capa de lodos, una catástrofe ecológica sin parangón en nuestro país y en la misma linde de un espacio protegido de renombre internacional. Las más de cuatro mil hectáreas afectadas por el vertido, en su mayoría plantadas de frutales, fueron expropiadas y comenzó un arduo trabajo para descontaminar algo así como sesenta kilómetros de cauce fluvial, cuyas orillas estaban inundadas en una franja que podía oscilar entre los quinientos y los mil metros de anchura. Un escenario desolador.