Cuaderno de campo

Los buitres negros tocaron madera

Texto y fotos: José Antonio Montero

Miércoles 22 de octubre de 2014
La información recogida desde hace más de diez años en la gran colonia de buitre negro del alto valle del Lozoya (Madrid) ha sido aprovechada para hacer compatible la conservación de esta especie, “Ave del Año 2010”, con la explotación maderera del bosque en el que nidifica.

Es la primera vez que veo utilizar un tirachinas en un trabajo de campo destinado a estudiar a una especie amenazada. Claro que también es la primera vez que, en cualquier circunstancia, veo utilizar al mismo tiempo un tirachinas y una caña de pescar. José Francisco Pedreño, agente forestal de la Comunidad Madrid, perfectamente ataviado con el arnés y los mosquetones de un escalador, procede de la siguiente manera para conseguir fijar la cuerda al pino al que pretende trepar: primero, tensa el tirachinas, apunta y dispara hacia la copa del árbol una tuerca sujeta al extremo del sedal de la caña de pescar. Mientras el carrete gira y gira, la tuerca se eleva más y más, sobrepasa el entramado de ramas y acículas y cae del otro lado del árbol.

El siguiente paso es atar suficientes metros de cordino a la tuerca y recoger con el carrete, como si de un pescador extrayendo su pieza se tratase. El cordino se usa porque es lo bastante ligero como para abrazar casi toda la altura del pino sin que el sedal se rompa con la tensión. Ya sólo queda anudar la cuerda de escalada a un extremo del cordino y tirar del otro, para que José Francisco pueda escalar por el tronco y llegar hasta el pollo de buitre negro que hay en el nido emplazado en lo más alto del árbol, a más de veinte metros del suelo.



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