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Sapo corredor en la costa vasca: conservación tardía e insuficiente

Un sapo corredor durante un desplazamiento. Corre moviendo alternativamente sus extremidades, comportamiento que no exhibe ninguna otra especie de anuro ibérico.

Sapo corredor en el País Vasco SEGUIMIENTO DE DOS POBLACIONES DE UN ANFIBIO AMENAZADO

Miércoles 22 de octubre de 2014
Las dos únicas poblaciones de sapo corredor supervivientes en la costa vasca ilustran el incumplimiento o la demora en la aplicación de los planes para conservar especies amenazadas. Son las existentes junto a la bahía de Txingudi (Guipúzcoa) y en una playa de Getxo (Vizcaya), la de Azkorri, y su entorno. Hace tiempo que deberían estar recibiendo los cuidados que necesitan.

Texto: Ion Garin, Aitor Laza, Ainhoa Iraola, Manuel Océn, Xabier Rubio, Olatz San Sebastián y Alberto Gosá
Fotos: Ion Garin


En los máximos glaciares, las penínsulas meridionales de Europa cobijaron una parte importante de la biota de la región. Funcionaron como bancos de genes para especies que hoy en día presentan una amplia distribución territorial en el viejo continente. La península Ibérica se ha mantenido desde entonces dentro del rango climático en el que la vida era posible, como fuente o punto de origen de las migraciones efectuadas en los periodos interglaciares templados. Procesos semejantes en todas las penínsulas meridionales han enriquecido la diversidad específica del sur europeo, frente a un territorio empobrecido en el norte, cuando nos referimos a los herpetos.

El sapo corredor (Bufo calamita) puede servirnos para ilustrar este proceso, porque se retiró hacia el sur con el avance del frente glaciar. Análisis basados en la variación de ADN mitocondrial apoyan la idea de que la península Ibérica funcionó como uno de los refugios glaciares presentes durante la última glaciación pleistocena (1) y que en el último periodo interglaciar –hace unos 11.000 años– la especie se expandió de nuevo hacia el norte, hasta alcanzar su límite actual de distribución (Cuadro 1).

En las últimas décadas, numerosas poblaciones septentrionales de sapo corredor están padeciendo procesos regresivos, constatados en Irlanda, Reino Unido, norte de Francia, Bélgica, Dinamarca, norte de Alemania, Letonia y Estonia. En este último país báltico desapareció casi el 70% de las poblaciones de la especie entre 1930 y 2000. La situación fue especialmente dramática en las poblaciones de los herbazales litorales, donde se perdió más del 90% de las mismas (2). Los cambios socioeconómicos acaecidos en la segunda mitad del siglo XX produjeron la destrucción y alteración de estos herbazales. Las reformas del sector ganadero motivaron el cierre de muchas granjas ovinas y bovinas, lo cual conllevó que se modificase el paisaje de la campiña estonia. El abandono del suelo propició la sucesión ecológica en un medio que había sido gestionado hasta entonces. Los terrenos idóneos para la especie –áreas insoladas desnudas de vegetación o provistas de vegetación rala– se redujeron, siendo sustituidos por matorrales y bosquetes.

Pero para determinar con suficiencia el declive de especies o poblaciones de anfibios necesitamos contar con series históricas de datos, a través de las cuales podremos asignar a unas causas los cambios detectados en la distribución y la abundancia. Causas que se revelan complejas de abordar y muy variadas (3). Mientras que en algunos países europeos y en Norteamérica se dispone de registros históricos para ciertos casos que a veces alcanzan un siglo, para la península Ibérica son todavía escasos y no sobrepasan los 20-40 años.

Pero volvamos al sapo corredor, uno de los anfibios ibéricos más ampliamente distribuidos, para el que sin embargo la falta de atención prestada en ciertas áreas ha podido enmascarar declives análogos a los descritos en las poblaciones costeras del norte europeo. Tanto es así que en el extremo oriental de la costa cantábrica habrían desaparecido dos tercios de las poblaciones de las que se ha dispuesto de alguna referencia en las tres últimas décadas.

En el País Vasco, el sapo corredor se distribuye de forma regular y continua a lo largo de la vertiente mediterránea, adentrándose hasta la mayor parte de la zona subcantábrica. Pero las dos únicas poblaciones de sapo corredor que han subsistido en la costa vasca han quedado aisladas en enclaves alejados entre sí. Una está localizada en la playa de Azkorri y zonas adyacentes, abarcando territorio de los términos municipales de Getxo y Sopelana (Vizcaya) (Cuadro 3); la otra se ubica en el entorno de la bahía de Txingudi, en los términos municipales de Irún y Hondarribia (Guipúzcoa), junto a la desembocadura del río Bidasoa (Cuadro 4). Son los últimos reductos de la especie en las dos provincias en las que se sitúan.

Hemeroteca
Quercus 292 (junio 2010)
Ref. 5301292 / 3'90 euros
• Anfibios amenazados de Galicia. Pedro Galán.

Quercus 239 (enero 2006)
Ref. 5301239 / 3'90 euros
• Prioridades para la conservación de anfibios en Murcia. Andrés Egea y otros autores.

Quercus 219 (mayo 2004)
Ref. 5301219 / 3'90 euros
• Medidas para la conservación del sapo partero común en el sureste de Madrid. Íñigo Martínez Solano y otros autores.

Dirección de contacto: Ion Garin • Sociedad de Ciencias Aranzadi • Alto de Zorroaga, 11 • 20014 San Sebastián • Correo electrónico: igarin@aranzadi-zientziak.org

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