Opinión

La prioridad de proteger el hábitat del urogallo cantábrico

Miércoles 22 de octubre de 2014
El urogallo aún abunda en los
ambientes boreales del Paleártico.

En cambio, su población cantábrica puede desaparecer pronto. Con ella
se perdería uno de los núcleos más
sureños de tetraónidas y el único para la especie que depende por completo de los bosques caducifolios. La
protección estricta y efectiva de
grandes superficies de este hábitat,

conectadas entre sí, debe
ser una prioridad.


Las tetraónidas son una familia de aves exclusiva del hemisferio norte, donde ocupan las zonas biogeográficas templada, boreal y ártica. Son aves de construcción robusta, adaptadas a climas fríos y dietas herbívoras de bajo contenido energético. El urogallo (Tetrao urogallus) es la mayor tetraónida del mundo y la única que habita actualmente en la montaña cantábrica.

Los urogallos cantábricos son aves testigo de épocas más frías en nuestros montes, rodeadas de un cierto misticismo por lo esquivo de su comportamiento y lo espectacular de sus exhibiciones en el celo. Eran una pieza golosa para el cazador de antaño –hace casi tres décadas que no se caza legalmente– y lo son para los furtivos de hoy, mientras que en los últimos años son de los vertebrados ibéricos que están más en boca de conservacionistas, gestores e investigadores.

Esta población está en acusado declive desde hace al menos, dos décadas. Esta es la conclusión fundamental derivada de la comparación entre los “censos de cantaderos” de 1982 y de 2000/2001, realizados por encargo del antiguo Icona y varias comunidades autónomas, respectivamente. Este tipo de estudios sólo comprueba la ocupación de las zonas de exhibición y cortejo visitadas por los machos en primavera. En otras palabras, no están diseñado para ofrecer estimaciones de población precisas.

Por tanto, no sabemos con un margen de error razonable el número de urogallos que habitaba la cordillera Cantábrica hace dos o tres décadas –mucho menos en épocas anteriores, de las que no existen apenas registros fiables– y seguimos sin saberlo actualmente. Aún así, las evidencias del fuerte declive poblacional están más allá de toda duda.

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