Editorial

Suspenso general

Miércoles 22 de octubre de 2014
Las cinco principales organizaciones ecologistas de nuestro país –WWF/Adena, SEO/BirdLife, Ecologistas en Acción, Greenpeace y Amigos de la Tierra– han dado un suspenso a la gestión ambiental del Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero. En febrero de 2004, estos mismos colectivos propusieron a los partidos políticos que asumieran una serie de compromisos ambientales básicos y que los incluyeran en los programas que estaban defendiendo ante las elecciones legislativas del mes de marzo. Con la perspectiva que dan los dos años transcurridos desde entonces, la revisión de aquellas propuestas arroja un resultado muy poco alentador. Las conclusiones han quedado recogidas en un documento titulado Un programa por la Tierra: análisis del cumplimiento de las propuestas ecologistas para la legislatura, pero pueden resumirse en una sola y demoledora frase: “la política ambiental apenas ha mejorado y, en consecuencia, la situación de partida, que ya era claramente negativa, está muy lejos de haberse corregido.”
No deja de resultar curioso que el ministerio mejor librado haya sido el de Medio Ambiente. Los ecologistas reconocen a Cristina Narbona sus esfuerzos por mejorar las políticas relacionadas con la gestión del agua, la conservación de la biodiversidad y la participación ciudadana. Pero de ahí al aprobado queda un largo trecho. Las calabazas más sonadas han sido para los ministerios de Agricultura, Industria y Fomento, que incumplen incluso los propios compromisos electorales del PSOE en materia ambiental, mucho más asequibles. El fracaso, en definitiva, parece residir en otorgarle a las políticas ambientales un carácter transversal, capaz de impregnar toda la acción de gobierno. Por el contrario, la mera existencia de un ministerio especializado ha sido entendida como una patente de corso para que el resto de los departamentos apliquen la habitual política de desarrollo insostenible, pura y dura, que consagra el modelo económico en vigor y que es a todas luces incompatible con el mantenimiento de los recursos naturales a gran escala, la justicia social futura e incluso el equilibrio internacional.