Opinión

Olvidar, comprar, privatizar

Manifestación anti-nuclear celebrada en Berlín en septiembre de 2009.¿Mantiene el movimiento ecologista su vigor de años atrás o pierde fuelle? Foto: Lauri Myllyvirta / Greenpeace Finland.

Tribuna

Miércoles 22 de octubre de 2014
El apoyo de las administraciones, léase subvenciones, a proyectos de conservación desarrollados por ONG ha beneficiado a especies y hábitats. En tiempos de crisis muchos cruzan los dedos para que se aleje la sombra de los recortes. La pregunta es: ¿hasta qué punto esta dependencia ha edulcorado el lado más reivindicativo o crítico en relación a la defensa de nuestra biodiversidad?

Por Xabier Vázquez Pumariño


Hace un tiempo pude conocer los presupuestos del Gobierno gallego para 2014 en materia de medio ambiente. Lamentablemente, no son una excepción, sino la regla: no hay dinero para la conservación de la biodiversidad, para espacios naturales, para cambio climático... Por centrarme en el medio natural, las administraciones se lavan las manos y lo dejan al pairo en el mar de la crisis económica, la voracidad de grandes empresas y la desesperación de una sociedad con seis millones de parados. Esto no pinta nada bien, pero podría ser peor.

Cuando una administración no destina dinero a algo significa que lo abandona, no solo de hecho, sino también conceptualmente. Es decir, no toma ninguna decisión al respecto, no practica ninguna política activa aunque esta sea populista. Así que este es el contexto en el que desde hace ya unos cuantos anos muchas ONG de todo tamaño y tipo han encontrado su ámbito de actuación principal, que no es otro que el de establecer las prioridades y las políticas a desarrollar.