Editorial

Primavera redonda en Doñana

Martes 31 de marzo de 2015
El 17 al 19 de abril Quercus monta su caseta en la Doñana Birdfair, que ocupa esos días parte de La Dehesa de Abajo, una reserva natural incluida en el municipio de La Puebla del Río, en la provincia de Sevilla. La Dehesa de Abajo es uno de los lugares más agradecidos de ese otro Doñana, grande y desconocido, que se extiende por el amplio colchón de arrozal, pinar y campiña que abraza al núcleo marismeño. Allá vamos con nuestro cuaderno 350 de Quercus, arropados también nosotros por esa mística de los números redondos a la que alude Santos Casado en su tribuna de este mes para Natural Historia.

A poca distancia de las carpas de la Feria Internacional de las Aves de Doñana, que este año cumple su segunda edición, se extiende el lucio de La Rianzuela. Es una gran laguna temporal donde paran flamencos, espátulas, avocetas y multitud de limícolas y aves acuáticas. Una tentación permanente para visitantes y expositores en la que no siempre podemos caer, pero que tampoco eludiremos. La verdad es que nunca defrauda ese auténtico paraíso en la Tierra que representan para el naturalista las decenas de miles de hectáreas de marismas, naturales o transformadas, que tienen en el último tramo del río Guadalquivir su columna vertebral.

Por eso hemos recibido como un verdadero regalo la anulación por parte del Tribunal Supremo de los artículos del Plan Hidrológico del Guadalquivir que daban carta blanca al dragado de este gran río, desde su desembocadura hasta la ciudad de Sevilla, con el fin de profundizar el actual tramo navegable y permitir la entrada de más y mayores barcos al puerto fluvial de la capital andaluza. Eso sí, dicho pronunciamiento judicial no significa que se haya descartado definitivamente un proyecto que ha tenido la oposición prácticamente unánime de ecologistas y científicos. Pero no le auguramos mucho futuro, porque merece la pena destacar que el Tribunal Supremo no sólo despacha una irregularidad de forma, como se apresuran a decir los promotores del dragado, sino que va mucho más allá. Tanto es así, que hace suyas las principales objeciones de uno de los documentos más serios y rigurosos elaborados en los últimos tiempos en defensa de Doñana. Conviene recordar que, en el dictamen científico presentado en noviembre de 2010, la recomendación principal era desestimar la obra por considerarse incompatible con la conservación de Doñana y su entorno.

Las diferentes cortas de meandros realizadas en el Guadalquivir desde finales del siglo XVIII han ido cambiando el curso del río para hacerlo navegable. A partir de entonces las marismas pudieron ser desecadas y convertidas en cultivos. Pero, a pesar de los cambios producidos, somos muchos los que no perdemos la esperanza de que Doñana se siga manteniendo como el gran refugio de biodiversidad del sur de Europa que es hoy. E incluso que recupere algo del terreno perdido en las severas transformaciones de mediados del siglo pasado. Un sueño que seguramente quedaría descartado si se dragan esos tres metros de más en el calado del río. Como mínimo, se acabaría con la posibilidad de volver a ver marismas mareales, además de fluviales, y no solamente pluviales como tenemos ahora.

Ha llegado el momento de dejar atrás proyectos faraónicos y no justificados, como el dragado del Guadalquivir, y apostar por un verdadero plan de recuperación del estuario, a través del cual podamos empezar a devolver a Doñana algo de lo mucho que todavía nos brinda.