Opinión

Sotos del Ebro: cómo proteger la inestabilidad natural

Relleno del cauce del Ebro realizado con material obtenido de la excavación del cauce de alivio, en la zona de los sotos de Alfaro (foto: Víctor Fernández).

Opinión

Sábado 30 de abril de 2016

Las obras contra inundaciones en las márgenes del Ebro a su paso por Alfaro (La Rioja) no solo han destruido sotos protegidos. Son también un ejemplo de una estrategia obsoleta de lucha contra el gran río que ignora el principal valor que transporta: la propia inestabilidad de su dinámica fluvial.

Por Víctor Fernández y Alfredo Ollero



En el año 2000 los Sotos del Ebro, en Alfaro (La Rioja), se protegieron con la figura legal de Reserva Natural. Con esto se pretendía regular los usos de un entorno de 6 kilómetros de longitud y 1,5 kilómetros de anchura que tiene por eje el serpenteante curso del río Ebro. Estos ambientes se caracterizan por la abundancia de agua durante todo el año dentro de un piso bioclimático mesomediterráneo seco. Son por lo tanto auténticas islas de bosque asociadas a tramos fluviales permanentes, en un entorno deforestado y árido.

Estas islas forestales están formadas por árboles de crecimiento rápido: chopos y sauces como especies dominantes, con álamos, fresnos y tamarices como acompañantes. Son bosques de espesa cobertura arbórea donde escasean los claros, aunque por el modo en que se originan toman la forma de manchas alargadas con mucha superficie de contacto con los hábitats colindantes, como son taludes arenosos, playas de grava, choperas cultivadas, cultivos de frutales, cultivos herbáceos anuales y el propio río, con zonas de aguas libres, rápidos y vados sobre gravas.

Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.


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