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Un alca gigante para el Rey Sol

Homenaje al alca gigante en las costas de Reykjanesviti (Faro de Reykjanes, Islandia), frente a los islotes donde criaron las últimas parejas de esta especie (foto: Manuel Quintana).

¿Hubo un ejemplar vivo en las colecciones regias?

Lunes 01 de mayo de 2017

Describimos aquí unas pinturas de alca gigante que hasta ahora habían pasado desapercibidas, a pesar de ser las primeras en color de dicha especie ya extinguida. De ellas se infiere la existencia de un ejemplar vivo en el zoológico que el rey Luis XIV de Francia mantenía en el palacio de Versalles. El hallazgo da pie para revisar otras imágenes precoces de un ave que, al igual que el dodo, desapareció en tiempos históricos.

Por Arturo Valledor y David González



Las representaciones más antiguas de alcas gigantes datan de unos 20.000 años atrás y son tres pinturas prehistóricas en negro de la gruta Cosquer, en los Alpes Marítimos franceses. Ciertos grabados parietales en la cueva santanderina de El Pendo y de otra en Paglicci, en la Apulia italiana, también han sido atribuidos a dicha especie, pero su esquematismo hace difícil asegurarlo. Lo mismo cabe decir del grabado que representa la cabeza de un ave de pico grande y curvo descubierto en la cueva de Creswell Crags (Inglaterra).

El alca gigante (Pinguinus impennis) fue descrita en el siglo XVII, cuando también aparecieron sus primeras imágenes seguras. En su Exoticorum, publicado en Leiden en 1605, año también de la primera edición de El Quijote, el médico y naturalista Charles de l’Écluse, más conocido como Clusius, fue el primero en hacerlo. La llamó Mergus Americanus (mergus, plural mergos, era el nombre con el que por entonces se designaba a las aves buceadoras, como colimbos, somormujos, zampullines, alcatraces, cormoranes, serretas y álcidos).

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