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Afortunado encuentro con un pulpo de velos

Miércoles 22 de octubre de 2014
Poco se sabe del pulpo de velos, una especie difícil de ver y de
fotografiar. De hecho, las imágenes que ilustran estas páginas son las primeras que se toman en el
Mediterráneo y corresponden
a una hembra joven.


Ciertas criaturas marinas parecen sacadas de una novela de aventuras, o de una película de ciencia-ficción, y tropezarse con ellas siempre proporciona mucha más información que cualquier libro de consulta. Dentro de los moluscos cefalópodos, una de las especies más difíciles de ver en nuestras aguas es el pulpo de velos (Tremoctopus violaceus). No es excesivamente raro, pero vive en la inmensidad del mar abierto y eso hace que sea un animal prácticamente invisible.

Aparte del pulpo de velos, actualmente sólo se conocen otras dos especies de la fascinante familia Tremoctopidae: Tremoctopus robsoni, de consistencia musculosa y descubierta hace pocos años en Nueva Zelanda, y Tremoctopus gelatus, de consistencia gelatinosa y habitante de aguas más profundas. Antiguamente se incluía una cuarta especie, Tremoctopus gracilis, pero estudios recientes demuestran que es una subespecie de Tremoctopus violaceus. Así pues, el pulpo de velos se divide en dos subespecies: T. violaceus violaceus del Atlántico y el Mediterráneo, y T. violaceus gracilis del Pacífico y el Índico. No obstante, son muy parecidos y suelen identificarse más por el lugar de procedencia que por su aspecto externo. El rasgo más fiable de estos pulpos es el brazo copulador o hectocótilo de los diminutos machos, concretamente su forma, el número de ventosas y si dispone o no de estrías.