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Incendio de Cebreros: mueren tres buitres negros con GPS

Uno de los pollos de buitre negro que murió en el incendio de Cebreros (Ávila), en el nido tras serle colocado el emisor GPS, pocos días antes de que el fuego devastase toda esta zona de la comarca de Tierra de Pinares (foto: Miguel Marco).

Pertenecían a la pequeña colonia de la comarca de Tierra de Pinares (Ávila)

Sábado 03 de septiembre de 2022

Tres buitres negros marcados con emisores GPS, pertenecientes a la pequeña colonia de la especie en la comarca de Tierra de Pinares (Ávila), murieron en el reciente incendio de Cebreros. Es un ejemplo más, pero cercano y doloroso, del enorme impacto de los grandes incendios de este verano sobre la fauna salvaje y, en particular, las especies amenazadas.



Por Miguel Marco

Entre los pasados 8 y 11 de julio colocamos emisores a tres pollos de buitre negro (Aegypius monachus) cuyos nidos estaban en el término municipal de Cebreros (Ávila).

Sólo cinco días más tarde alguien provocaba un incendio que se llevó por delante a esos tres pollos y a otros tantos que teníamos controlados en estos pinares. Estimanos además que pueden haber muerto bastantes más que podía estar repartidos por la zona.

2022 es ya el tercer año en el que desde la asociación conservacionista Grefa, en colaboración con la Fundación EDP, marcábamos con GPS a los pollos que nacen cada temporada reproductora en la comarca abulense de Tierra de Pinares.

Para ello contamos con la ayuda del grupo de trabajos en altura de los Agentes Medioambientales de Castilla y León y de personal especialista del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Panorámica de la zona de Tierra de Pinares donde criaban algunas parejas de buitre negro, tras el paso del fuego (foto: Miguel Marco).

Precisamente este pequeño núcleo reproductor, satélite de la gran colonia de la especie en el cercano Valle de Iruelas, lo habíamos descubierto una década antes gracias a un ejemplar marcado con emisor que eligió ese entorno para criar.

Desde entonces veníamos siguiendo con gran interés la evolución de esta nueva población de buitre negro.

Durante el marcaje con GPS todo salió a pedir de boca. Los pollos estaban preciosos y tras la correspondiente revisión veterinaria y la colocación del emisor cada uno volvió a su respectivo nido al cuidado de sus padres.

Nada hacía presagiar que esos buitres negros nacidos pocas semanas antes y que acabábamos de tener en las manos, enormes pero todavía indefensos e incapaces de volar, estuviesen destinados a morir entre las llamas. Y no sólo ellos, sino también multitud de animales que por desgracia iban a quedar atrapados en aquel infierno sin escapatoria posible.

El lugar presentaba un aspecto desolador
Cómo no imaginar toda la fauna salvaje afectada, las crías que no pudieron huir y los adultos que sufrieron quemaduras o graves intoxicaciones por el humo y los gases, acorralados por el fuego o resistiéndose hasta el último momento a abandonar a su descendencia en nidos y madrigueras. Y de entre todas las especies, el fuego dejaba maltrecha –quién sabe si para siempre– a la colonia de buitre negro en Tierra de Pinares que tanto interés nos había suscitado.

Después de quedar extinguido el incendio y enfriarse el terreno pudimos volver a entrar a revisar la zona y recorrer las ubicaciones donde habían estado los nidos. El alma se nos cayó a los pies.

El paisaje aparecía todo él arrasado, completamente carbonizado y cubierto de ceniza hasta donde alcanzaba la vista. Ni rastro de cómo era aquel monte sólo unos pocos días antes, hasta el punto de que nos costaba orientarnos y encontrar puntos de referencia que antes teníamos localizados de sobra.

Estado en el que fue encontrado uno de los emisores GPS con los que se marcó a los pollos de la colonia de buitre negro de esta comarca (foto: Miguel Marco).

Aquí y allá aparecían restos de animales muertos en el incendio. Los árboles eran esqueletos negros, los nidos de los buitres se habían volatilizado consumidos por las llamas y de los pollos sólo quedaban algunos huesos junto con las partes incombustibles de sus emisores. El ambiente no podía resultar más triste y deprimente.

Algunas preguntas que quedan en el aire
En sólo unos pocos días había quedado destruido lo que necesitó varias generaciones para llegar a ser lo que era.

Los buitres negros hacen sus nidos en la copa de grandes árboles, muchas veces centenarios. ¿Dónde construirán ahora plataformas en las que criar si no ha quedado en pie nada vivo?

Pero este siniestro que afectó a los términos municipales de Cebreros y El Hoyo de Pinares, siendo tremendo y tocándonos tan de cerca, supone en realidad sólo el 2% de todo lo que se ha quemado en España en lo que va de año. Por lo tanto tratemos de imaginar la verdadera dimensión del desastre ambiental al que nos enfrentamos.

Cuando se habla de incendios siempre suele reducirse todo a unos pocos datos y estadísticas: hectáreas calcinadas, cantidad de árboles arrasados y, una vez apagados, nos olvidamos rápidamente de ellos.

Frente a la frialdad de esas cifras nos planteamos preguntas importantes a mucho más largo plazo: ¿Cuántas décadas harán falta para que esos bosques vuelvan a ser lo que fueron?, ¿cómo estimar el impacto que tienen los incendios sobre la biodiversidad y los ecosistemas?, ¿qué valor tiene que el espacio que se pierda pertenezca a una ZEPA o a la Red Natura 2000? Y la pregunta más difícil de contestar: ¿qué será de los animales que tengan que esperar los años que tardará el territorio en regenerarse y poder volver a ser ocupado por sus antiguos moradores?

Es necesario un cambio de dinámica
No tenemos las respuestas, pero lo que sí sabemos es que como sociedad deberíamos cuestionarnos muchas cosas y tomar decisiones que cambien la actual dinámica de tierra quemada.

Mientras tanto, pensemos que si un monte arde, ninguno de nosotros tendrá la oportunidad de conocerlo como era antes, puesto que necesitará más de una vida humana para volver a ser lo que fue.

Está claro que con cada incendio nos volvemos más pobres. En todos los sentidos.

AUTOR
Miguel Marco (miguel@grefa.org) colabora, primero como voluntario y desde el año 2020 como trabajador, en diversos proyectos de la asociación conservacionista Grefa dedicados a especies amenazadas como el buitre negro, el águila perdicera, el milano real y el cernícalo primilla.

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