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Logros del programa Araucaria en el sureste de Nicaragua

Conservación y desarrollo en el departamento Río San Juan

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Conservación y desarrollo en el departamento Río San Juan
No hay ningún cauce en todo el istmo centroamericano que tenga tanta
importancia estratégica, geográfica
e histórica como el río San Juan. Su

serpenteante recorrido de 180 kilómetros traza buena parte de la frontera entre
Nicaragua y Costa Rica. Además,
da nombre a una de las regiones

más ricas y menos exploradas
de toda América central.
El lago de Nicaragua, el mayor espejo de agua dulce de América tropical, desagua en el Caribe a través del río San Juan. Por el lado contrario, un corredor terrestre de escasa anchura separa el lago del océano Pacífico. Ambos hechos hicieron que en el pasado esta ruta fuera la más importante vía de acceso al país y, eventualmente, una opción factible de comunicación interoceánica. Una condición estratégica determinante tanto para la historia de Nicaragua como para el resto de Centroamérica.

El río San Juan fue explorado por los conquistadores españoles, invadido en varias ocasiones por los piratas, codiciado por el almirantazgo británico para estrangular la amplia hegemonía de nuestro país en el continente, recorrido por miles de aventureros norteamericanos que se dirigían a California en busca de oro y propuesto como ruta factible para abrir un canal entre los dos océanos (Cuadro 1). Hoy en día es motivo de interés por estos antecedentes históricos, pero también por sus peculiares características geográficas, su considerable biodiversidad y su potencial para atraer turismo ecológico.

En efecto, el territorio destaca por su enorme importancia como corredor biogeográfico terrestre. En épocas geológicas recientes, permitió el encuentro entre la flora y la fauna del antiguo supercontinente Gondwana, acantonadas en Suramérica, con las procedentes de Norteamérica. De esta mezcla resultaron nuevas asociaciones y numerosos elementos florísticos suramericanos tienen ahora su límite septentrional de distribución en las selvas nicaragüenses. Por otro lado, la formación del estrecho interrumpió la conexión entre los ecosistemas marinos del Pacífico y del Caribe, propiciando en este caso la especiación.
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