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Balance de los efectos sobre la avifauna acuática

Veinte años de protección y gestión en la Albufera de Mallorca

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Veinte años de protección y gestión en la Albufera de Mallorca
Por Maties Rebassa y Pere Vicens
Las medidas de conservación aplicadas en s’Albufera de Mallorca, el más importante humedal de las islas Baleares, han logrado incrementar de forma muy notable sus poblaciones de aves, tanto nidificantes como invernantes. Hasta tal extremo, que el espacio natural está cerca de alcanzar su capacidad máxima de acogida, lo que puede considerarse todo un éxito de gestión.

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Los censos y recuentos de aves acuáticas, al contar con una cierta tradición histórica y permitir comparativas y análisis a lo largo de series temporales más o menos prolongadas, se han venido utilizando no sólo como herramienta para estudiar la salud de las poblaciones de numerosas especies (1), sino también para evaluar el estado ecológico de ciertas regiones y controlar cambios ambientales de diferente tipología (2, 3, 4). Pretendemos incidir aquí en ese papel de eco-indicadoras –o indicadoras de los cambios ecológicos– que representan las aves en la Albufera de Mallorca (s’Albufera), el primer parque natural que se declaró, hace ahora veinte años, en las islas Baleares.
Es de sobra conocido que s’Albufera de Mallorca, la mayor zona húmeda de las Baleares, es un espacio protegido con una clara vocación ornítica. En el momento de la declaración de las aproximadamente 1.650 hectáreas de humedales, con pinares y dunas asociadas, como parque natural, allá por el mes de enero de 1988, los valores ornitológicos de la zona jugaron un papel primordial, diríase que crucial, en su preservación oficial.
De las cerca de 2.800 especies de flora y fauna que hasta la fecha han sido halladas dentro de los límites del espacio protegido, un porcentaje importante corresponde a seres emplumados, nada menos que 301 especies. Y esas especies aladas son, precisamente, las que han gozado de un seguimiento más intenso y extenso en el tiempo (5, 6, 7, 8), por lo que se han convertido en buenos y fiables indicadores de la salud del ecosistema y del devenir de toda una serie de procesos (antrópicos unos, naturales otros) que afectan no sólo al espacio concreto del parque, sino a una buena parte de la isla de Mallorca. Como veremos al analizar la evolución de los datos obtenidos, hay motivos para un optimismo moderado, si bien es cierto que la Albufera representa, cada vez más, un oasis de vida situado en medio de áreas hostiles para la fauna y la flora.
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