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Augura todo un abanico de aplicaciones medicinales

La uva de mar, princesa del Caribe

Texto y fotos: José Antonio López Sáez

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La uva de mar, princesa del Caribe
Especie muy común en las costas del Caribe, la uva de mar juega un papel decisivo en el mantenimiento de playas y dunas, proporciona una excelente madera y sus frutos son comestibles. Además, como se ha comprobado en otras especies de su mismo género, todas las partes de esta planta podrían aprovecharse con fines terapéuticos y medicinales.
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En los últimos años la televisión ha impregnado nuestras retinas con imágenes de playas paradisíacas en las que un elenco de concursantes, pomposamente tildados de “supervivientes”, lucha con denuedo para ver cuál de ellos pasa más hambre. Desde luego, si alguno de ellos hubiera tenido oportunidad de leer este artículo no habría resultado ganador. La culpa de esta desalentadora afirmación la tiene una planta, la uva de mar (Coccoloba uvifera), abundantísima en las costas de esos paraísos caribeños donde transcurren dichos programas: ¡sus frutos son comestibles!
Como se deduce de su nombre vernáculo, los frutillos de esta especie se asemejan a los de la vid, son de color violáceo y también aparecen a finales del estío, agrupados en racimos relativamente grandes y compactos. Su nombre científico proviene del griego kokkolobis y del latín uvifer-fera-um, que significa “parra productora de uvas”.

Estas uvas marinas son carnosas y su pulpa extremadamente jugosa y dulce, con un aroma y sabor acidulado muy agradable, aunque sólo son comestibles cuando los frutos tornan de verde a púrpura. Los supervivientes –los que quedaran, claro– habrían tenido oportunidad de comerlos crudos, tal cual, o de hacer mermelada, jaleas y otros postres, pues a tal fin se utiliza en numerosos países del Caribe. Incluso puede hacerse con ellos una bebida muy parecida al vino tras fermentarlos. Como además florece y fructifica prácticamente durante todo el año, es una fuente continua de alimento.

Eso sí, no soporta las heladas, lo cual no debería ser un problema en los ambientes tropicales donde crece. En cambio, se adapta perfectamente a la insolación permanente, así como a la sombra moderada, y es muy tolerante de la sal, lo que le permite introducirse en los manglares. Esta versatilidad ha hecho de la uva de mar una especie de gran valor para estabilizar zonas de dunas móviles en primera línea de playa, así como para evitar la erosión costera, ya que soporta muy bien el azote del viento y la sequedad. No en balde, es una de las principales elegidas a la hora de diseñar plantaciones directamente expuestas a la influencia marina.

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