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No todas las poblaciones corrieron la misma suerte

Declive y auge de las cabras monteses: una historia diferente

Duelo de machos monteses durante la época de celo en la sierra de Gredos (foto: José Julián Rico).
Duelo de machos monteses durante la época de celo en la sierra de Gredos (foto: José Julián Rico).
jueves 29 de septiembre de 2016, 21:36h

Mientras que las dos cabras monteses del norte peninsular, el bucardo y la cabra lusitana, se han extinguido, las poblaciones mediterráneas no sólo se han salvado sino que incluso proliferan en exceso. Tanto es así que sirvieron de fuente para reintroducir a la especie en otros sistemas montañosos. ¿A qué se debe esta notable diferencia? Para averiguarlo, hemos de sumergirnos en el pasado.

Por Juan Jiménez

La cabra montés es el mamífero más emblemático de las montañas españolas y la pieza de caza con mayor reputación. Sin embargo, se trata de una especie recientemente descubierta por la ciencia. Todos nuestros carnívoros terrestres fueron descritos en el siglo XVIII, fundamentalmente por Linneo. La única excepción es el lince ibérico, descrito por Temminck en 1827. Lo mismo pasó con los ungulados, salvo en el caso del rebeco, que Bonaparte describió como Rupicapra pyrenaica en 1845 separándolo de la gamuza (R. rupicapra) descrita por Linneo en 1758.

Nuestra protagonista, la cabra montés o cabra hispánica, fue descrita como Capra pirenaica por Schinz en 1838, veinticinco años después de que Geoffroy describiera al desmán (Galemys pyrenaicus), otro mamífero pirenaico bastante menos conspicuo. Tan tardío descubrimiento induce a pensar que, o bien la cabra era muy rara en los Pirineos, o bien que los otros lugares donde habitaba –las montañas del centro, el sur y el este de España– eran demasiado remotos y de difícil acceso para los investigadores europeos. Otro hecho llamativo es la incesante discusión sobre su taxonomía y origen. Casi todos los artículos monográficos sobre la especie comienzan con un apartado que pone en duda las cuatro subespecies clásicas (1), descritas por Ángel Cabrera en su monografía sobre los mamíferos ibéricos de 1914 (2), y discuten el parentesco de nuestra cabra montés con el íbice (Capra ibex) y otras especies del registro fósil como C. caucasica y C. Camburgensis (Cuadro 1).

Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.

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