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Un empeño compartido entre Gobierno de Canarias, Cabildos Insulares y Estación Biológica de Doñana

Hembra adulta de guirre junto a una carroña. La anilla de PVC en su pata derecha permite identificarla a distancia (foto: Manuel de la Riva).
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Hembra adulta de guirre junto a una carroña. La anilla de PVC en su pata derecha permite identificarla a distancia (foto: Manuel de la Riva).

Veinte años de seguimiento del guirre o alimoche canario

viernes 29 de julio de 2022, 13:23h

A finales del siglo XX, el guirre se encontraba al borde de la extinción. Desde entonces, gracias al esfuerzo conjunto de científicos, administraciones públicas y sociedad canaria, ha registrado una recuperación espectacular. Tanto es así, que sus efectivos se han multiplicado por cuatro en las dos últimas décadas.

Por Julio Roldán, Walo Moreno, Marina García, Laura Gangoso, Manuel de la Riva y José Antonio Donázar

El guirre es una subespecie de alimoche endémica del archipiélago canario que marcó su población mínima a finales del siglo pasado, cuando un censo en la isla de Fuerteventura arrojó una estima de entre 20 y 22 parejas y poco más de 100 individuos. Antaño era abundante en todo el archipiélago, como queda de manifiesto en un buen número de topónimos, entre ellos la famosa Playa de los Guirres en La Palma. Sin embargo, desapareció de todas las islas occidentales en la segunda mitad del siglo XX, con una última observación registrada en el año 1988 en Tenerife (1). Desde entonces ha quedado relegado a las islas de Fuerteventura y Lanzarote (2).

La persecución directa, los cebos envenenados, las molestias, la recolección de pollos y huevos, y los accidentes en tendidos eléctricos son factores que pudieron contribuir al declive de las poblaciones de alimoche canario. Hay que tener en cuenta que los tendidos eléctricos proliferaron en aquella época debido al desarrollo turístico y urbanístico de las islas y que eran instalados sin medidas correctoras. Tampoco habría que descartar el catastrófico efecto que pudieron tener los plaguicidas químicos organoclorados, muy utilizados hasta bien entrados los años setenta para combatir las plagas de langosta (Schistocerca gregaria).

AUTORES
Julio Roldán González lleva una década consagrado al seguimiento del guirre y se encarga de coordinar el equipo de Fuerteventura desde el año 2016. Ha trabajado en proyectos de reintroducción de especies amenazadas y en el seguimiento de rapaces migratorias en distintos puntos del Paleártico.
Walo Moreno Rajel es técnico de seguimiento del guirre en la isla de Lanzarote desde el año 2012, trabajo que compagina con el control de la población reproductora de halcón de Eleonor en el archipiélago Chinijo desde 2007.
Marina García Alfonso es doctora en Biología y trabaja como investigadora postdoctoral en la Estación Biológica de Doñana. Se interesa principalmente por el comportamiento animal y la ecología del movimiento en combinación con la biología de la conservación.
Laura Gangoso de la Colina dedicó su tesis doctoral a la ecología y conservación de los guirres en Canarias. Desde entonces trabaja con distintas especies de rapaces en el archipiélago. Actualmente es profesora e investigadora en la Universidad Complutense de Madrid.
Manuel de la Riva Pérez es funcionario de carrera y técnico en investigación, desarrollo e innovación de organismos públicos en la Estación Biológica de Doñana.
José Antonio Donázar Sancho es profesor de investigación en la Estación Biológica de Doñana y responsable del seguimiento científico de la población de guirres.

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