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Retrocesos

domingo 29 de junio de 2025, 18:55h

Intentamos que estos artículos editoriales transmitan un mensaje positivo, pero no hay manera. En materia de medio ambiente, ya no es que avancemos poco y mal, es que retrocedemos. Ahí está la Unión Europea para certificarlo. El ejemplo más reciente y palmario es la gestión del lobo, ese eterno chivo expiatorio. Pero hay más. Al cierre de este número de Quercus, un centenar de entidades agrupadas en la Plataforma por otra PAC y en el movimiento ciudadano Good Food Good Farming reclamaba en Bruselas una política agraria más justa y sostenible. La queja está motivada, porque la tendencia actual consiste en desbaratar las medidas agroambientales. No es que antes cundiera el entusiasmo, pero algo se conseguía. Ahora vamos para atrás, como los cangrejos (de río), con un violento coletazo. El arranque del comunicado es demoledor y merece la pena transcribirlo literalmente: “El 80% de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) se concentran en el 20% de las explotaciones, justo las más grandes, las más industrializadas, las que ya son rentables, las que más impacto negativo social y ambiental ocasionan. Mientras, el 44 % de las pequeñas fincas ha ido desapareciendo desde 2007. Y, con ellas, se vacían los pueblos y desaparecen quienes son los últimos vigías del entorno rural, tan amenazado por la crisis climática.” Pues eso, agricultura industrial para todos.

Los tecnócratas europeos están cocinando ahora mismo una nueva PAC y de ahí la pertinencia de este aviso a navegantes. No lo escucharán. Seguirán a lo suyo, sin negarnos el derecho al pataleo. Persiguen una “simplificación” de las políticas agrarias, lo que en principio parece razonable, pero bajo ese paraguas lo que prevalece es el business as usual, que dicen los ingleses, los negocios como siempre. No es simplificación, es desmantelamiento, el fin de los pocos requisitos obligatorios que se conocen como Buenas Condiciones Agrarias Medioambientales (BCAM). Se acabaron los vínculos entre la PAC y el Pacto Verde Europeo.

Precisamente una de esas BCAM se refiere a la protección de humedales y turberas, lo que nos conduce directamente, dentro ya de nuestro ámbito, al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel. ¿Hay algún espacio protegido más baqueteado? Ha estado varias veces a punto de perder su catalogación como parque nacional y el futuro se vislumbra ahora aún más incierto. En Daimiel, como en Doñana, el problema es el agua. En concreto, el agua para riego. La impunidad de los pozos ilegales es ya proverbial y sin agua no hay tablas ni marismas. En el escenario que se vislumbra con la nueva PAC va a ser difícil, por no decir imposible, armonizar la conservación con la agricultura. Habrá un apartado de bonitas palabras e intenciones, para acallar conciencias poco exigentes, pero la intención es inclinar la balanza hacia la agricultura. Industrial, claro.

El comunicado emitido por Ecologistas en Acción, WWF España y la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) es también explícito: “El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel sigue muy lejos de responder a los valores y funciones que la ley exige a los parques nacionales en España. Aunque las lluvias recientes han generado una imagen aparentemente positiva del humedal, con algo más de la mitad de su superficie inundada, el estado de conservación de sus ecosistemas y biodiversidad es notoriamente desfavorable y en algunos casos extinto.” Extinto, como los Ojos del Guadiana, hoy puestos en cultivo. No es que a Daimiel le fuera mucho mejor con la antigua PAC, pero con la nueva puede irle mucho peor.

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