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Una especie acosada por la destrucción de hábitat y el furtivismo

Oso de anteojos: el rey de los Andes

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Recluido a los bosques nublados y los páramos de la cordillera andina, no existe un censo fiable del oso de anteojos, el mayor carnívoro
suramericano. Lo que sí sabemos es que
la protección de su hábitat es insuficiente

y que la caza furtiva para comerciar con
sus partes causa estragos. Como con
tantas otras especies, la clave está en

compatiblizar desarrollo y conservación.
Cuenta una leyenda andina que un oso de anteojos (Tremarctos ornatus) raptó a una hermosa chica de una aldea de montaña. Se la llevó a lo más recóndito del bosque, la escondió en el hueco de un árbol y la convirtió en su esposa. Tuvieron un hijo, mitad hombre y mitad oso. El pequeño creció y, cuando se sintió con fuerzas, mató a su padre y liberó a su madre.

Desde entonces, en los Andes se libra una batalla por el espacio. El oso se ha vuelto huidizo, mientras los bosques donde vive son devastados por el hombre. Ahora, científicos y conservacionistas se esfuerzan por dar un giro a la historia, devolviendo al primero lo que siempre fue suyo y mostrando al segundo la fórmula de una convivencia en armonía con la naturaleza.

El oso de anteojos, también llamado oso andino o frontino, es el único úrsido de Suramérica, además del mayor carnívoro del subcontinente. Ocupa diversos hábitats, que van desde desiertos costeros hasta la alta montaña, por encima de los 4.000 metros de altitud. No obstante, prefiere vivir en bosques tropicales húmedos, entre 1.800 y 3.200 metros, y también en páramos, por encima de los 3.500 metros.
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