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Guerra de sonidos

Orcas del clan estudiado junto a dos embarcaciones en las costas americanas del Pacífico norte. Arriba, cerca de una barca destinada al avistamiento de cetáceos. Abajo, junto a la popa de un mercante chino (fotos: NOAA-NMFS Northwest Fisheries Science Center).
Orcas del clan estudiado junto a dos embarcaciones en las costas americanas del Pacífico norte. Arriba, cerca de una barca destinada al avistamiento de cetáceos. Abajo, junto a la popa de un mercante chino (fotos: NOAA-NMFS Northwest Fisheries Science Center).
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Cuando los niveles de ruido superan ciertos valores ambientales es difícil escuchar otros sonidos de vital importancia, como los pasos de un depredador o de una posible pareja reproductora. En tales condiciones, muchos animales están obligados a modificar su repertorio acústico.

Un estudio publicado en la revista Nature describe ajustes en las vocalizaciones de las orcas en respuesta al tráfico marítimo.

Salvador Herrando Pérez
salvador.herrando-perez@adelaide.edu.au
El problema
Ayer me despertó la sirena de la policía, segundos antes de que la lavadora del vecino comenzara el centrifugado y de que un viejo amigo me llamara al móvil. Cada vez somos más las personas que vivimos en sociedades enchufadas las 24 horas del día a dispositivos mecánicos y electrónicos que emiten algún tipo de sonido. Los vehículos a motor constituyen el principal ruido de origen humano, no sólo por nuestro afán de llegar a todas partes en una red de transporte globalizado, sino porque el parque de vehículos sigue creciendo a un ritmo superior al de la propia población humana.

En el mar, el problema se ve acentuado porque utilizamos los sonidos para detectar cosas tan variadas como el relieve del fondo, bancos de peces, bolsas de petróleo o naves supuestamente enemigas. Conviene aclarar que el ruido es sonido y que estresa la fisiología de la audición. Cuando el ruido interfiere la escucha o la emisión de sonidos importantes para el ciclo vital de las especies, los expertos hablan de “enmascaramiento” (masking), un problema ya generalizado en ecosistemas terrestres (1) y acuáticos (2) de nuestro mundo moderno.

El experimento
Andy Foote ha evaluado el efecto del tráfico marítimo en el comportamiento acústico de las orcas (Orcinus orca). Para ello, recopiló vocalizaciones de estos cetáceos desde un barco a través de una red de micrófonos submarinos en el estrecho de Haro, situado entre la isla de San Juan (Estados Unidos) y Vancouver (Canadá). A lo largo de tres periodos de estudio (1977-1981, 1989-1992 y 2001-2003) comparó la duración de las llamadas de las orcas, con y sin ruido de embarcaciones, en los tres grupos (llamados J, K y L) que forman la Población Residente Sur. En total, Foote analizó 35 horas de grabaciones y dispuso de datos de ruido, densidad de embarcaciones comerciales y presencia de cetáceos (3).

Recuadro:
Los cetáceos y la contaminación acústica
El gran caballo de batalla de cualquier ciencia empírica es establecer una relación entre causa y efecto. Tal relación se convierte en decisiva cuando lo que se trata es de abordar un problema ambiental. Por ejemplo, a pesar de los numerosos varamientos de zifios con lesiones en el oído interno que se producen tras unas maniobras navales con sonar, la evidencia causa-efecto (por muy correlacionada que esté) sigue siendo tenue (12).

La experta Lindy Weilgart distingue las principales fuentes de ruido en el mar (motores, explosiones submarinas, sonares) y destaca que el impacto acústico varía según las especies y las poblaciones de cetáceos, así como por la edad y la fase del ciclo vital de los individuos (6). Además, el ruido puede afectarles de manera indirecta si altera también el comportamiento de sus presas. Weilgart resalta los siguientes aspectos para avanzar en el estudio y la gestión del ruido en poblaciones de
cetáceos.

Desarrollo tecnológico
Diseñar máquinas con un espectro sonoro menos lesivo (acortar su duración, estrechar la direccionalidad, eliminar frecuencias innecesarias). Las empresas ruidosas deberían disponer de una red de micrófonos con registro continuo de sonido ambiental para modular su actividad en función de la fauna próxima.

Legislación
Las empresas y los gobiernos que realizan maniobras navales deberían hacer un seguimiento de su actividad y publicar las tasas de ruido. Parece lógico que se les obligue a reportar tanto las toneladas de dióxido de carbono como los decibelios que emiten, si ambas son fuentes de contaminación
constatadas.

Investigación
Las poblaciones de mamíferos marinos que se desplazan a grandes distancias, así como los individuos marcados, son ideales para evaluar el comportamiento ante el ruido. Es esencial obtener mediciones de control, sin ruido, en unas condiciones comparables a las situaciones con ruido. También es importante hacer un seguimiento de las hormonas indicadoras de estrés, por ejemplo a través de las heces, evaluar sinergias entre el ruido y otros impactos (contaminación, pesca) e investigar la contaminación acústica ya existente con métodos que no añadan más ruido al mar.

Redes de varamientos de cetáceos
Centralizar en una única base de datos la información sobre cetáceos varados en cada país y seguir el mismo protocolo al practicar las necropsias, por ejemplo para diagnosticar lesiones auditivas. Esta información permitiría hacer análisis retrospectivos junto a otra base de datos globales sobre episodios sobresalientes de ruido.

Conservación
Eliminar el ruido en los “puntos calientes” para los cetáceos (lugares de congregación de especies) y concentrarlo en los “puntos fríos”. Este criterio podría usarse para establecer áreas marinas protegidas.

Nota de la Redacción
La sección Ciencia a pie de calle se interrumpe temporalmente a partir del próximo mes de enero. Pero contamos con su autor, Salvador Herrando, para que la reanude lo antes posible. Es un excelente intermediario entre los artículos científicos que se editan en todo el mundo y el público lector español.
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